Todavía es un tema tabú para víctimas, conocidos y ajenos. Pero el tema está cada vez más presente en la sociedad: el suicidio es actualmente la primera causa de muerte en Cataluña en menores de 34 años y las hospitalizaciones por tentativas también han aumentado. Los psiquiatras aducen que en cada caso intervienen varios factores, pero que la crisis es uno de ellos.
Aunque las tasas de mortalidad por suicidio en Cataluña son inferiores a las de España y Europa, la alerta está activada e incluso el Departamento de Salud ha puesto en marcha un plan de seguimiento para personas en riesgo. Los médicos coinciden en que prevenir y desestigmatizar a las víctimas son claves en la lucha contra el suicidio.
Según el Análisis de Mortalidad en Cataluña de 2012, 507 personas fallecieron por suicidio en la comunidad, una cifra en aumento desde 2007. El número de decesos por esta causa creció un 36% en los últimos cinco años con datos. “Hay un punto de inflexión en 2007, un incremento que tenemos que ver cómo reducimos”, explica la responsable del Plan de Salut Mental, Cristina Molina. Aunque el 87% de las personas que lo intentan padecen algún trastorno mental, principalmente depresión grave, los expertos coinciden en que la crisis sí ha incidido en el aumento. “Vemos gente con más problemas económicos y sociales. En los primeros años de crisis económicas hay un repunte. Ya pasó en los años noventa, aunque las tasas actuales no son tan alarmantes”, apunta Santiago Durán, del Hospital de Sant Pau.
Según el informe Efectos de la crisis económica en la salud de la población de Cataluña, hecho por el Observatorio de Salud de Cataluña, en 2008 se registraron 27,3 tentativas por cada 100.000 mujeres y 15,3 por cada 100.000 hombres, unas cifras que en 2012 ascendieron a 33,8 y 21,6, respectivamente.
El director de la Agencia de Calidad y Evaluación Sanitaria (AQuAS), Josep María Argimon, revela que los datos que se manejan de tentativas son inferiores a los reales. El registro recoge los intentos que acaban en hospitalización, pero no “aquellos que se resuelven en urgencias”.
Con todo, algunas voces alertan del “peligro” de esconder detrás del factor crisis el complejo mundo que se esconde tras el suicidio. “No está clara la relación con la crisis. Hay que ser muy prudentes con este factor, que no nos sirva de justificación porque es minusvalorar un problema de salud que existe desde que hay documentos escritos”, advierte Carles Alastuey, secretario de la Asociación de Supervivientes Después del Suicidio (DSAS).
Él y su cuñada, Cecilia, montaron la entidad tras el suicidio de su sobrino Miquel, a los 19 años. “El impacto de esa situación, la falta de complicidad social, los silencios, los mitos y las ideas equivocadas que hay en torno al tema nos llevaron a montar esta asociación”, explica Alastuey. “Hay que normalizar esta problemática como lo que es: un problema de salud”, apostilla. El secretario de DSAS alerta de que el suicidio está “estigmatizado culturalmente por miedo a un efecto llamada que no existe” y critica la falta de campañas de prevención como las de los accidentes de tráfico, por ejemplo.
A falta de campañas el Departamento de Salud ha copiado dos programas piloto de prevención que se desarrollan desde hace años en los hospitales Sant Pau y Parc Taulí de Sabadell, y ha puesto en marcha el Código Riesgo Suicidio. Este protocolo consiste en monitorizar las personas en riesgo para evitar que las tentativas se consumen. “Es una estrategia que se basa en la detección precoz”, apunta Molina.
El programa consiste en seguir el caso tras su salida del hospital y asegurarse de que en 10 días —72 horas si es un adolescente—, acuda a su especialista en atención primaria. “Si actuamos de manera preventiva, más del 80% de las personas en riesgo se adhieren al tratamiento”, apunta Molina. El plan también contempla un seguimiento intensivo durante el primer año.
La estrategia impulsada por el Departamento de Salud, que ya está implantada en el 40% del territorio y en 2015 llegará al resto de Cataluña, se remonta a 2005. “Entonces se inició un plan de mínimos para asegurar que pacientes con un intento de suicidio tengan atención psicológica y psiquiátrica individual y en grupo. Se trata de hacer una atención integral en la crisis, solucionar esa crisis y luego devolver al paciente a los circuitos normales”, explica el doctor Durán, del programa de prevención del suicidio del Sant Pau. Durán es uno de los profesionales que, pese a que reconoce que ahora ven más gente con situaciones económicas complicadas, defiende que el mayor factor de riesgo es “haberlo intentado con anterioridad”. “La causa fundamental sigue siendo la patología mental, como el trastorno bipolar, la depresión mayor, la dependencia al alcohol o la esquizofrenia”, apostilla.
El doctor Diego José Palao, director de Salud Mental del Parc Taulí, también coincide en priorizar la atención a personas que han sufrido una tentativa. “Por cada 20 intentos, hay un suicidio consumado. Éste sigue siendo el factor de riesgo más grave”, señala. Palao añade que, con su programa contra la depresión y la prevención del suicidio que inició en 2008, los suicidios en el área de Sabadell “han ido disminuyendo”. “Trabajamos con atención primaria para que los casos de depresión no tengan lista de espera para el especialista. Y en personas con tentativas hacemos un seguimiento telefónico de 12 meses para valorar el riesgo, dar apoyo y conseguir que no pierdan la relación con el servicio de salud mental”, explica.
Los expertos insisten en que el objetivo pendiente es transmitir a familiares y víctimas que hay mecanismos de apoyo y medios para atender a las personas con conductas suicidas.
El pais
31/12/2014