Unas 800.000 personas, cerca del 2% de la población, son tartamudos en nuestro país. Afecta a cuatro hombres por cada mujer, pero las féminas con esta disfunción tienen mayores problemas. La mayoría de los afectados, además, a los 35 años no ha conseguido encontrar empleo. Muchos sufren «suicidio social», es decir, la exclusión por el simple hecho de tener una disfunción en el habla, que viene provocada por un trastorno del hemisferio izquierdo del cerebro que hace que el derecho se desarrolle más. «Las personas con esta disfunción están marginadas a todos los niveles, se les excluye de la sociedad a pesar de que su coeficiente de inteligencia es superior a la media, incluso se les excluye en los trabajos públicos», afirmó ayer Adolfo Sánchez García, presidente de la Fundación Española de la Tartamudez (TTM).
Esta Fundación, con sede en Sant Cugat del Vallès (Barcelona), trabaja desde hace tres años para acabar precisamente con esta exclusión. «Es necesario concienciar a la sociedad de que la tartamudez es un problema de saber escuchar y que lo que importa es lo que se dice no cómo se dice», añadió el presidente de TTM, quien aseguró que los políticos juegan un papel fundamental para acabar con la discriminación a nivel público y que estas personas puedan gozar de los mismos derechos que el resto de ciudadanos. Ayer entraron en el patronato políticos de los distintos niveles administrativos, como son Antonio Monfort Bernat, Elvira Cortajarena Iturrioz, Alejandro Rojas-Marcos, Miquel Iceta, Xavier Trias y Josefina Cruz, y se comprometieron a trabajar para acabar con las desigualdades de los tartamudos. También se aprobó la entrada de Julio Sánchez Fierro como asesor técnico de esta entidad.
La Fundación ha logrado que se den los primeros pasos para acabar con las desigualdades que sufren los tartamudos, como la creación de una subcomisión de discapacidad en el Congreso y el inicio de la «toma de conciencia» de los políticos.
Los objetivos de la Fundación pasan por profundizar en la divulgación de este trastorno, trabajar en la detención precoz y eliminar los obstáculo sociales que impiden a las personas con esta disfunción vivir con normalidad. Otro de los retos de TTM se materializará en octubre, cuando está previsto que abra sus puertas en Barcelona un centro dedicado a la investigación de esta disfunción. Será el primero de estas características de nuestro país y nace con vocación de generar redes a nivel europeo entre los afectados.
larazon.es
7/06/2005