El Alzheimer provoca el olvido. El Párkinson descontrola el movimiento. Ambas enfermedades son como puñales para las neuronas. Las atacan hasta que pierden su estructura y función, provocando el deterioro de las capacidades motoras, cognitivas, sensoriales y emocionales de los afectados. Los fármacos que se utilizan para combatirlas mitigan los síntomas, pero no actúan sobre el origen del mal. Son pastillas administradas por vía oral que maquillan la realidad hasta que ésta se impone, en ocasiones con virulencia. Existen, sin embargo, alternativas mejores, capaces de impedir la pérdida de neuronas y ayudar a formar otras nuevas, como los factores de crecimiento, sólo que aún no hay maneras eficaces y seguras de administrarlos. Aún. La UPV acaba de dar un paso de gigante en la lucha contra ambos trastornos gracias a la investigación de Enara Herrán, doctora en Farmacia en Vitoria.
Para que los factores de crecimiento lleguen hasta las neuronas, éstos han de atravesar la barrera hematoencefálica. Un objetivo nada sencillo que, sin embargo, ha guiado la tesis de la profesional. “Para administrarlos con gran eficacia y seguridad, habría que introducirlos en microcápsulas y nanocápsulas e implantarlos en el cerebro mediante una craneotomía. Así, los fármacos serían liberados en el lugar donde deben actuar, de manera constante y en la dosis apropiada”, resume la vitoriana. Lo dice en condicional, pero los experimentos en ratones ya han demostrado la validez del encapsulado de los factores de crecimiento. Resulta más eficaz que la administración vía oral y, además, evita que el paciente tenga que tomar el medicamento diariamente ya que las micro y nanopartículas liberan dichos fármacos en un plazo de tiempo de entre dos y tres meses en un año, hasta degradarse el polímero.
Las pruebas arrancaron por la enfermedad de Párkinson. Primero en cultivos celulares y después con ratones. “En ambas pruebas obtuvimos buenos resultados. En el caso de los ratones tratados con partículas se advirtió una gran mejoría, en comparación con el grupo de control, tanto en el comportamiento como en la cura de las zonas dañadas”, explica. Luego, la investigación abordó el Alzheimer, igualmente con éxito. “Después de tres meses, los ratones tratados tenían buena memoria, similar a la de los sanos. Las placas de beta-amiloide habían disminuido sustancialmente, así como la inflamación, y la angiogénesis se había intensificado”, aclara. No es raro, por tanto, que sus conclusiones hayan aparecido ya en publicaciones especializadas de gran renombre, como el Journal of Controlled Release.
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Tratamiento actual. Los fármacos utilizados en la actualidad tanto para el tratamiento del Alzheimer como del Párkinson permiten mitigar los síntomas de ambas enfermedades, pero no actúan sobre su origen. Normalmente, éste consiste en pastillas administradas por vía oral.
Nuevo escenario. La investigación impulsada por la vitoriana Enara Herrán ha indagado en la forma de administrar de manera segura y eficaz los factores del crecimiento, tratamiento que impide la pérdida de neuronas y ayuda a formar otras nuevas.
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La tesis doctoral de Herrán ofrece avances en el tratamiento del Párkinson y el Alzheimer, pero la investigación va a continuar. Ahora está estudiando la manera de obtener formulaciones mejores para no tener que implantar las micro y nanopartículas en el cerebro. El objetivo final es claro: desarrollar la manera más eficaz, segura y adecuada de abordar ambas enfermedades.
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22/10/2014