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Cómo se percibe el mundo exterior siendo autista

La conducta de las personas que padecen autismo se caracteriza por rasgos de un conjunto bastante específico, y en cuanto a qué alteraciones neurológicas concretas dictan ese patrón de comportamiento, también se está avanzado bastante en su esclarecimiento. Pero, a efectos prácticos, desde el punto de vista de una persona con autismo, ¿cómo asimila esta el mundo que la rodea? ¿Cómo determina ello su conducta?
Una nueva investigación, llevada a cabo por un equipo internacional que incluye a especialistas del Hospital General de Massachusetts y del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ambas entidades en Estados Unidos, aporta las posibles respuestas a esas preguntas.
Como es bien sabido, el autismo se caracteriza por muchos síntomas diferentes de conducta anómala: dificultad en la interacción con otros, comportamientos repetitivos e hipersensibilidad frente al sonido y otros estímulos. Las intervenciones psicológicas a una edad temprana del paciente pueden mitigar la severidad del autismo.
El equipo de Pawan Sinha sugiere que el autismo podría estar arraigado en una habilidad mermada de predecir situaciones y acciones de otras personas. Desde la perspectiva del niño autista, el mundo parece ser un lugar “mágico” en vez de ordenado, porque los sucesos parecen ocurrir en forma aleatoria e impredecible. Bajo esta visión, los síntomas del autismo, como el comportamiento repetitivo, y una insistencia en disponer de un entorno altamente estructurado, son estrategias para ayudar al autista a enfrentarse con este mundo impredecible.
La mayoría de la gente es capaz de hacer estimaciones acertadas y en forma rutinaria acerca de las probabilidades de ciertos acontecimientos, tales como el comportamiento que tendrán otras personas, o la trayectoria que seguirá una pelota en vuelo. Sinha y sus colegas empezaron a pensar que los niños autistas podrían no tener el mismo nivel de habilidad mental cuando se trata de predecir cosas.
Este déficit hipotético podría producir varios de los síntomas autistas más comunes. Por ejemplo, los comportamientos repetitivos y la insistencia en disponer de una estructura rígida han demostrado suavizar la ansiedad producida por la imprevisibilidad, incluso en sujetos sin autismo.
Estos podrían ser intentos proactivos de parte de la persona autista de intentar imponer algo de estructura en un entorno que de otro modo parece caótico, tal como apunta Sinha.
La habilidad mermada de predicción ayudaría también a explicar por qué los niños autistas son a menudo hipersensibles a los estímulos sensoriales. La mayoría de la gente puede acostumbrarse a estímulos sensoriales reiterados, como ruidos de fondo, porque puede predecir que el ruido u otros estímulos continuarán probablemente, pero los niños autistas tienen muchos más problemas en habituarse.
Los niños autistas tienen también a menudo una capacidad reducida para entender los pensamientos, sentimientos y motivaciones de otras personas, una habilidad conocida como Teoría de la Mente. Los autores del nuevo estudio creen que esto podría resultar en una ausencia de capacidad para predecir el comportamiento de otra persona basándose en interacciones pasadas. Las personas con autismo tienen dificultades al usar este tipo de contexto y tienden a interpretar el comportamiento basándose sólo en lo que está pasando en aquel preciso momento.
Los autores del estudio esperan que su nueva teoría sobre cómo se percibe el mundo exterior siendo autista, si se valida debidamente, pueda ofrecer nuevas estrategias para el tratamiento de esta enfermedad.

http://www.mdzol.com
10/10/2014

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