La integración de los jóvenes con discapacidad visual en las escuelas es una realidad. Un estudio de la ONCE muestra que el 99% de los 7.526 alumnos con ceguera o discapacidad visual grave son escolarizados en centros de enseñanza ordinarios. Por niveles educativos, el 19.78% estudian en Educación Infantil; el 19,23% en Educación Primaria; el 12,11% están en la ESO; el 3,7% estudia bachillerato; el 3,9% Formación Profesional; un 11% estudian en la universidad y el 30% están inscritos en otro tipo de enseñanzas.
La ONCE se muestra satisfecha con el grado de inclusión de los discapacitados visuales, quienes tienen una tasa de abandono escolar del 9,6%, por debajo de la media europea (según datos de Eurostat). Para favorecer la integración en las aulas, la organización y las Administraciones Educativas impulsan los Equipos Específicos de Atención Educativa a personas con Discapacidad Visual, cuya misión es facillitar al alumnado, profesorado, centros y familias los recursos y la planificación necesaria para favorecer el aprendizaje.
En este sentido, los expertos reconocen que para realizar una educación inclusiva se necesitan ciertos requisitos: en primer lugar, una formación para todos los profesionales que interactúan con los jóvenes; recursos materiales adecuados según la evolución madurativa del alumnado; en el caso de necesidades educativas especiales, apoyo de los profesionales y las escuelas de Educación Especial o eliminar las barreras arquitectónicas, etc.
En este contexto, el profesorado tiene un papel clave como catalizador capaz de facilitar la integración del alumnado y generador del diseño y la organización del aula y las diferentes metodologías didácticas
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8/10/2014