La directora de la Escuela de Fonoaudiología de la Universidad Andrés Bello, Zulema Vivanco, explicó que las vacaciones son momentos oportunos para que los padres contribuyan en el desarrollo de sus niños entregándoles estímulos, esto, a través de los juguetes, los juegos con ellos y la lectura.

Vivanco expresó que sin duda uno de los objetivos es enseñar a pensar al niño con estímulos que parten desde los juguetes que seleccionamos cuando pequeño. "La idea es que el niño tenga juguetes que pueda manipular sin peligro, que ayuden a la formación de conceptos al jugar, que sean más interesantes para esta área que un juguete contemplativo o de afecto como el oso de peluche", dijo la fonoaudióloga.

"Entre los dos y tres años, todos los juegos didácticos de encajes son ideales. Figuras que se arman, torres que se ordenan por tamaños, elementos que se agrupan por colores o por campos semánticos van incrementando el pensamiento lógico del niño", expresó.

Respecto ¿a qué jugar?, la experta dijo que "cuando son bebés deben buscar juegos con música, o con figuritas que se muevan. Entre los dos y los cuatro años uno de los padres o ambos deben darse el tiempo para jugar y conversar con el niño, de esta manera expanden las opciones que tienen los niños para jugar y ayudan en la formación de conceptos. Por ejemplo: si el niño juega con su torre de cubos de distintos tamaños, está formando el concepto de grande, pequeño y mediano. Pero será la intervención del adulto la que permitirá que el niño integre y use el concepto, con expresiones como: 'Vamos a guardar el cubo más pequeño dentro del grande", sugirió la profesional.

Si juega con juguetes de entretención, también es importantes decirle "el auto grande es más veloz que el pequeño", lo cual integra más conceptos: tamaño y velocidad o rapidez.

"Mientras más conceptos adquiera el niño, mayor es su capacidad de pensamiento y de relaciones entre conceptos y pensamientos. Al ir integrando experiencias desde lo visual, auditivo, táctil, olfativo, emocional (siempre será un placer jugar con la mamá o el papá) más completa será su experiencia cognitiva", subrayó la directora de la Escuela de Fonoaudiología.

Entre tres y cuatro años, el niño comienza a desarrollar un pensamiento lógico que se puede estimular con juegos numéricos, series o cuentos que le permitan llevar una secuencia, etcétera.

"Para esto no es tan necesario el juego, sino simplemente actividades de la vida diaria para las cuales se dan instrucciones claras, por ejemplo, en el supermercado se le puede pedir: 'coloca cuatro pancitos en la bolsa'. Si el niño pregunta 'Mamá ¿cuánto es cuatro?' se le indica: 'coloca dos y luego otros dos'. El niño ya sabe lo que es dos porque tiene dos pies, dos manos, dos ojos y esto lo ha analizado. Por lo tanto, llega a cuatro haciendo una suma simple, con lo que adquiere las bases de lo que será la adición en primero básico", dijo la fonoaudióloga.

Respecto a los cuentos, aconsejó el relato de éstos, pero breves con final abierto. También es interesante para el desarrollo de un pensamiento lógico. "Por ejemplo, se le cuenta al niño acerca de la vida de la laguna y la mamá pato que está esperando a sus patitos. Finalizamos con '¿a dónde habrá ido a vivir el patito después que salió del huevo?' Lo lógico esperable es: a la laguna", sugirió.

"Fomentar la reflexión, incentivar el gusto por los cuentos, el dibujo, la pintura harán de nuestros niños futuros estudiantes de buen rendimiento en el colegio, lo que dará gran satisfacción a los padres y cuidadores", concluyó la académica de la U. Andrés Bello

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10/03/2014