El maldito temblor no ha conseguido matarle la esencia. Michael J. Fox sigue mesándose los cabellos como si aún llevara al joven Marty McFly dentro, pese a sus 52 años y los 23 que lleva con el Parkinson a cuestas. Por culpa de la enfermedad no ha podido ser el mismo que hubiera sido en circunstancias normales, más activo en el cine, aunque también gracias a ella ha aprendido a ser solidario con los que padecen el mismo mal y a reírse más aún de sí mismo. El reflejo de ese espíritu no es otro que la serie que lleva su nombre, The Michael J. Fox show (Canal+ Series emite el miércoles el cuarto capítulo de la primera temporada, 21.30 horas), una comedia en la que el canadiense hace un poco de sí mismo, mofándose de sus limitaciones.

Fox ha vuelto con sus cabriolas, sus gestos perennes y sus chistes clásicos, propios de las comedias televisivas de los años 80 con las que se fue haciendo notorio. Esa grandeza y el respaldo del público aún perdura, suficientes argumentos para haberse dado el lujo de parir un producto a su medida, haciendo de Mike Henry, un periodista con Parkinson en Nueva York que decide dejarlo para centrarse en su enfermedad y sus hijos.

El éxito de la idea ha sido tal, que hasta se ha vuelto a dejar ver por las alfombras rojas al calor de la temporada de premios en Hollywood, nominado por su papel en la pasada edición de los Globos de Oro. No ganó, pero la sola invitación, dice, ya valió mucho la pena. "Lo bueno, además de que suene mi nombre, es que como no bebo, me entero de todas las anécdotas y las retengo al día siguiente", asegura provocando risas a las primeras de cambio.

Claro que existió la duda del morbo, de la explotación de su enfermedad. "Obviamente lo pensamos, pero traté de ser lo más responsable que he podido", dice honesto, energético. "En realidad, el Parkinson y sus síntomas son parte de mi vida y no lo veo como una explotación sino como un experiencia humana. Estoy cómodo con ello y no lo diseñé para aprovecharme".

La duda más grande, en realidad, no era soportar las críticas sobre ese presunto morbo, sino saber si iba a ser capaz de aguantar el rodaje de tantos capítulos sin resentirse. "Me podría haber estrellado y no haber tenido la fuerza suficiente para seguir adelante, sobre todo por mis músculos, pero en realidad me hizo más fuerte", tanto que se siente con la fortaleza suficiente como para firmar cinco o seis temporadas, "siempre y cuando el público así lo decida, claro está".

Reconoce sin tapujos que la enfermedad le ha convertido en una mejor persona. "Me ha ayudado a tomar mejores decisiones. Ahora me puedo dar el lujo de tomarme un segundo antes de decir las cosas". Su discurso es parte de su actitud ante la vida, lejos del sentido trágico de la cosas e inclinado a ver el lado positivo. Quizá por eso decidió volver al mundo del espectáculo, después de tomarse un parón en 2000 por las limitaciones que le impone la enfermedad.

Ahora, su familia, con casi todos sus hijos ya mayores e independientes, le ha empujado a volver a la actividad profesional. "Mi estado natural sería estar incapacitado, pero no lo estoy y por eso no estoy triste ni he pasado por una depresión. He aprendido a burlarme del Parkinson".

Se nota en comentarios como el hecho de no ser capaz de manejar un iPhone con normalidad. "Borro cosas por accidente y a veces marco a un número de Zimbabue sin querer", explica con sorna. "Y aún tengo el optimismo de jugar al golf. Nunca sé donde va la bola y mis movimientos son patéticos, pero me relaja", continúa. "Es mejor ser honesto sobre tus problemas como única forma de enfrentarlos".

Es feliz, además, por haberse incorporado a la era dorada que vive la televisión en Estados Unidos, con series de culto como Breaking Bad y The Walking Dead acaparando un protagonismo constante en la meca del cine. "Creo que vivimos en un estado de caos maravilloso, y me gusta porque se parece un poco a mi cuerpo", apunta sacándose un nuevo chiste de la manga. "Hay varios ríos que acabarán confluyendo, un mundo de plataformas que significan oportunidades para generar buen contenido y posibilidades para los actores".

Su espacio tiene una media superior a los tres millones de espectadores, cómodamente instalado en NBC desde septiembre del año pasado. Veremos qué suerte corre y si llega la sucesión de temporadas, aunque pase lo que pase, para Fox ya es ganancia. "Esto, definitivamente, ha sido una catarsis. Me ha hecho más fuerte de lo que ya era".

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26/02/2014