La ‘rr’ es un sonido que para muchos niños tienen dificultad, de hecho, es uno de los sonidos que más tardan en pronunciar correctamente los pequeños y muchas madres se preocupan al comprobar que no terminan de hacerlo perfectamente. El nombre específico de esta incapacidad para pronunciar o dislalia selectiva del fonema ‘r’ se denomina rotacismo.

Las causas pueden ser variadas:

Anatómicas: hay niños con el frenillo corto o la punta de la lengua reducida lo que les provoca dificultades de pronunciación.

Por imitación: Los niños aprenden los comportamientos por imitación y hablar también forma parte de ese aprendizaje. Si en la familia la madre o el padre tienen alguna particularidad en su pronunciación los niños la imitan. Lo comprobamos en los hijos de inmigrantes con acentos pronunciados que, si bien nacen y crecen en España, mantienen el acento de los países de origen de sus padres ya ellos son su primera fuente de aprendizaje.

Funcionales: Se trata de las dificultades que encuentra el pequeño para realizar la vibración de la ‘r’ o para hacerlo de forma automatizada. Por eso, en ocasiones sí puede pronunciarla en las sílabas trabadas como ‘tr’, ‘br’ o ‘pr’ y, sin embargo, no lo logran cuando el fonema se encuentra al principio de la sílaba.

Antes de empezar a hablar de cómo puedes ayudar a tu hijo o de si has de acudir al logopeda, haz una sencilla prueba que te ayudará a entender mejor la auténtica dificultad que tiene este sonido. Pronuncia en voz alta las siguientes sílabas: ‘te’, ‘ce’, ‘de’, ‘le’, ‘re’ y ‘rre’. ¿Lo has hecho? , ahora, repítelo despacio prestando atención al lugar en el que colocas la lengua en cada caso. De esta manera podrás apreciar que los cambios en la postura de la lengua son mínimos.

Todos vemos natural que los niños pequeños no tengan ciertas destrezas hasta que la práctica y el desarrollo de la motricidad les permiten adquirir nuevas capacidades y mejorarlas. Lo mismo sucede con el lenguaje, es igual que montar en bicicleta, hay que aprender y practicar hasta conseguir los objetivos.

Entre los cuatro y los cinco años un 30 por ciento de los niños no pronuncia bien la ‘r’, lo que es una situación completamente normal que puede alargarse hasta los siete años. Aún así, puedes acudir al especialista que será quien determine si existe algún problema anatómico, fisiológico, auditivo, intelectual o neurológico que pueda provocar estas dificultades. Lo más habitual a estas edades es que sea sencillamente una incapacidad funcional que desaparecerá con la práctica y el crecimiento.

En el resto de los casos, una vez realizado el diagnóstico, el logopeda determinará cuáles son los ejercicios y prácticas que debe realizar el niño y le enseñará en diferentes sesiones cómo puede mejorar la pronunciación.

Lo principal en todos los casos es entender que cada niño tiene un ritmo diferente de aprendizaje y debemos dar normalidad a cada situación, respetando su ritmo individual y favoreciendo el desarrollo del lenguaje. No se trata de obligarles a repetir el sonido una y mil veces pero tampoco convertir la mala pronunciación en una gracieta divertida porque en este último caso volverá a repetir el mismo comportamiento al entender que es algo bueno.

Practicando en familia

Más allá de los ejercicios concretos que os recomendará el logopeda llegado el caso, hay juegos y comportamientos que favorecen una buena pronunciación.

Hablar correctamente: Aunque nos resulte divertido hablar como nuestros hijos, debemos pronunciar correctamente para que ellos también lo hagan, sin necesidad de recriminarles el hecho de que ellos no lo hagan bien.

Juegos orales: Hablar y hablar es la mejor práctica. Podéis contar historias, jugar con teléfonos, inventar poemas o canciones…

Mohines y caras raras: Hay ejercicios para hacer con la lengua o con los labios que podemos convertir en un juego lleno de risas. Intentar tocar la nariz o la barbilla con la lengua, hacer pedorretas, utilizar un lápiz como bigote, soplar, llevar la lengua a los lados, dar besos, bostezar, toser…

Alimentación adecuada: Normalmente, durante los primeros meses de vida prestamos mucha atención a los alimentos que puede tomar nuestro bebé. Pues del mismo modo, cuando llegue el momento de introducir los alimentos sólidos, sin triturar, también debemos hacerlo. Masticar y tragar correctamente ayuda a una buena utilización de la boca y la lengua. Por el contrario, seguir dándole papillas o continuar utilizando el biberón o el chupete, puede retrasar el correcto desarrollo del lenguaje.

Mujerhoy.com
19/02/2014