La estimulación en los primeros tres años de vida es indispensable para potenciar las capacidades del niño recién nacido. A esa edad, el cerebro tiene más plasticidad, es más receptivo a los estímulos externos, y las conexiones entre las neuronas se crean más fácilmente. Es decir: la capacidad de aprendizaje en esta etapa es inmensa.
Así lo defienden desde Fundaland, el parque infantil de la Fundación Carmen Pardo-Valcarce, cuya actividad se centra en los derechos y la integración de las personas con discapacidad intelectual, y que esta temporada se ha desmarcado creando una innovadora propuesta dirigida a al estímulo de los más pequeños. Baby Fundaland, que así se llama el nuevo proyecto, fomenta la participación de niños con y sin discapacidad, a través de talleres, charlas, coloquios y sesiones particulares, orientados tanto a ayudar al propio desarrollo de los bebés como a crear un vínculo entre padres e hijos.
El programa se divide en cuatro secciones: los talleres para aprender jugando, dirigidos por profesionales de la estimulación temprana, donde los niños aprenden a relacionarse, compartir, crear y desenvolverse en el espacio; los talleres para padres, pensados para guiarles en la manera de estimular a los niños, y así prevenir posibles déficits de desarrollo; charlas y ponencias con psicólogos y pedagogos, abiertas a todos los padres que quieran orientación acerca de la educación de sus hijos; y una serie de sesiones de estimulación individuales, para favorecer el desarrollo mediante el juego.
Los beneficios obtenidos con los talleres -que tienen un precio entre 25 y 115 euros-, revertirán en la obra social de la Fundación, que trabaja desde los años 40 en derribar las barreras con las que se topan normalmente las personas con discapacidad: educación, empleo, vivienda, ocio, deporte, sanidad... La Fundación, además, integra en su plantilla a trabajadores con discapacidad intelectual.
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12/02/2014