Claudia es extranjera y en su día a día apenas se relaciona con los compañeros de residencia. Sin embargo, cada jueves vuelca todo su cariño y atención en Cel, Petra, Kika y Susi, las cuatro perritas con las que, dos veces por semana, la Residencia y Centro de Día Oms-Sant Miquel lleva a cabo sesiones de terapia con animales para enfermos de alzheimer.
Nada más acceder a la sala, Claudia se transforma. No hay más que ver su cara. Enseguida reclama la atención de Petra, a la que coge entre sus brazos, acaricia, besa y no quiere soltar. Tan sólo viendo esa escena, cualquier persona se da cuenta de los beneficios que genera el tratamiento en las personas mayores afectadas por una demencia.
Según explica Clemente Dorado, técnico en animación sociocultural e impulsor de esta iniciativa, para los residentes las actividades con las mascotas son una motivación. «Cada semana están esperando a que llegue el jueves para tocar los perros, jugar con ellos e interaccionar unos con otros», asegura Clemente, quien en su día y con el fin de poder desarrollar la terapia, recibió la correspondiente formación a través de Affinity Barcelona.
Dorado, junto con la fisioterapeuta del centro, Cata Rubio, se encarga de diseñar los ejercicios del grupo. «Aprovechamos el estímulo de los animales para mejorar la motricidad, realizando acciones cotidianas como peinarse o pasear. También les hacemos sostener peso y aprovechamos para trabajar el equilibrio y la marcha, para que mantengan su autonomía, en la medida de lo posible», detalla Rubio.
La terapia, de una hora de duración, se inicia con la presentación de las perritas, que saludan uno a uno a los residentes. Tras los saludos de rigor, se habla de las características de los canes, una actividad que ayuda a estimular la memoria de los participantes. Asimismo, se realizan ejercicios de motricidad fina, como peinar o poner lacitos a los animales y motricidad gruesa, como pasear, mover los brazos o lanzar una pelota a los perros.
Viendo el desarrollo de la sesión, resulta difícil saber quién se lo pasa mejor, si los ancianos, interactuando con las mascotas, o ellas, siguiendo obedientemente las instrucciones de Clemente, para después recoger su ansiada recompensa, una chuche para perros. «En Affinity nos enseñaron cómo debíamos adiestrarlos, a través del refuerzo positivo. Y eso es lo que hacemos», explica el adiestrador, además de atestiguar que durante la terapia los residentes se centran en atender a los canes, olvidándose por completo de cualquiera de sus dolencias.
Los rostros de satisfacción de los asistentes, así parecen demostrarlo. Todos sin excepción participan activamente en cada una de las actividades e intentan captar la atención de las perritas para luego dedicarles todo tipo de caricias y mimos. Unos gestos de cariño que son devueltos por los animales a golpe de lametazo.
Antonia es una de las residentes que semanalmente acude a la terapia grupal junto a su marido, Xisco. Mientras peina delicadamente a Cel, su perrita favorita, nos explica lo bien que se siente en la residencia, pese a que al principio extrañaba un poco su casa. «Aquí nos cuidan mucho, no podemos quejarnos. Todos los jueves hacemos ejercicios con los perros, una de las actividades que más me gustan», argumenta sin perder de vista a Cel.
Como ella, Francisca sigue atenta todos los movimientos y jugueteos de los canes, aunque en su caso, siente especial predilección por Kika, que recorre la sala presumiendo de sus dos estilosas coletas. Aunque habitualmente Francisca se mueve con la ayuda de un andador, durante la sesión deja a un lado sus miedos (y el andador) y, ayudada por Clemente, pasea satisfecha a las mascotas. «Aquí me siento como en mi segunda casa. Tengo una compañera, Ángela, con la que me llevo muy bien y me siento muy a gusto», manifiesta la mujer, quien al rato nos vuelve a llamar para añadir que, además de la terapia con los animales, lo que más le gusta son las charlas con la psicóloga, Antonia Fontanet.
Fontanet forma parte del equipo que desarrolla la terapia con perros. Según explica esta especialista, los tratamientos convencionales específicos para tratar el alzheimer no siempre son efectivos. «A veces nos encontramos con pacientes que quizás tienen la capacidad pero no la motivación para seguir el proceso. En cambio, aquí el perro les motiva y es la excusa que nos sirve para trabajar aspectos no sólo físicos, sino también cognitivos, emocionales y sociales», asegura.
La Residencia y Centro de Día Oms-Sant Miquel puso en marcha esta actividad en 2010 con una adiestradora externa, Teresa Cayuela, y dos ejemplares de Golden Retriever. Desde hace dos años, debido al éxito obtenido, es el propio centro quien se ocupa de preparar e impartir las sesiones, de las que se benefician todos los residentes. Aquellos que no pueden asistir a las clases grupales reciben la visita de las mascotas en su habitación, donde siguen una terapia individualizada.
Aunque en Mallorca este tipo de tratamiento es relativamente nuevo, en otras ciudades como Barcelona llevan cerca de 20 años aplicándolo con muy buenos resultados, ya que consigue ralentizar la evolución de la enfermedad.
Los animales, la mejor medicina
Son muchos los estudios que corroboran los beneficios de la terapia asistida con perros en personas mayores con alzheimer u otras demencias. El principal objetivo de estos tratamientos no farmacológicos es mejorar la calidad de vida de los ancianos, incidiendo en cuatro áreas fundamentales: la física, la cognitiva, la emocional y la social. Los animales se convierten así en la mejor medicina para los pacientes, cuyo estado de ánimo mejora notablemente con el simple contacto con la mascota. Asimismo, los canes pueden ser el estímulo necesario para que los abuelos superen pérdidas emocionales y sociales y, en algunos casos, incluso mejoren su movilidad. /M.A.C.
Elmundo.es
10/02/2014