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Dislexia: lo peor, regañar al menor que la padece

Con un tono que refleja ya un poco de exasperación, “Violeta” le dice a su hijo Emiliano: “¡Fíjate! ¿Qué no estás viendo?” El niño de nueve años vuelve a bajar la vista a su cuaderno y presta atención pero su cerebro procesa lo que ve de manera diferente a como lo perciben los demás. Entonces el menor, con la mirada gacha, responde: “Es que no puedo. No sé…”

“Violeta”, de 36 años, tuvo que llevar a su hijo con médicos y terapeutas para descubrir el problema que en la escuela no pudieron detectar: padece dislexia, una dificultad de su cerebro para distinguir las letras y los números en el proceso de lectoescritura, de acuerdo con la psicóloga Yudith Terrazas.

Emiliano, de piel morena y cabello negro y rizado, acude a un centro de orientación desde hace dos años. A diferencia del resto de sus compañeros de escuela, a la hora de escribir en clase lo hace frente a un espejo, ya que confunde las letras b por d y p por q, además de que cambia el orden de las oraciones.

Con el espejo enfrente, los médicos pudieron conseguir que su cerebro procesara la información de forma correcta.

La terapeuta Terrazas dijo que la dislexia no se liga para nada con la capacidad cognitiva o intelectual, ya que incluso hay niños que la padecen y tienen un alto coeficiente intelectual.

Sin embargo, a quienes padecen este problema, dijo la psicóloga, es algo que les cuesta trabajo y que les genera demasiada frustración porque “nunca” les salen bien las matemáticas, porque “siempre” batallan y aparte los regañan. “Entonces no quieren estudiar y después se pueden volver vulnerables en cuestión de autoestima o seguridad ya que el adulto no siempre sabe cómo manejar la situación”, agregó.

Según la Subsecretaría de Educación, Cultura y Deporte en la Zona Norte, más de 2 mil alumnos de primaria presentan necesidades especiales como problemas auditivos, visuales, motrices, y de aprendizaje, incluida la dislexia, y son atendidos por personal especializado.

El neurocirujano Hugo Roo dijo que la dislexia es normalmente inmadurez de las neuronas, que se encargan de coordinar lo que uno piensa y la mecánica con la articulación de palabras. Es diagnosticada principalmente cuando los niños cumplen ocho años, ya que para entonces han completado su madurez cognitiva a nivel neurológico.

Pero también hay ciertos indicadores que se pueden detectar desde temprana edad, cuando el niño empieza su proceso de desarrollo motor (coordinación, ubicación temporal o espacial, ayer, hoy, mañana, arriba, abajo, izquierda, derecha, en su lenguaje) y lo aplica al revés, lo confunde, comentó la especialista Terrazas. En el Centro de Orientación y Desarrollo Integral Infantil (Codii), de los 18 niños que llevan un proceso de terapia, cinco han sido diagnosticados con dislexia.

Hay un parámetro manejado por los especialistas, el cual indica que a los cuatro años los niños ya tienen que tener un lenguaje completo, pero si omiten palabras, hablan demasiado rápido y se comen letras, o a los seis no pueden ubicarse en tiempo, se considera que son síntomas de dislexia, expresó Terrazas

Especialistas del Centro Codii describen que quienes padecen la dislexia presentan desarrollo lento del vocabulario y retraso en el desarrollo del habla con dificultades para articular o pronunciar las palabras, torpeza al correr y saltar, confunden el orden de las letras dentro de las palabras, cambian el orden e invierten los números, confunden derecha e izquierda, su coordinación motora es pobre, tienen problemas de concentración cuando leen o escriben.

Asimismo, se les detectan fallas en la memoria inmediata, no recuerdan lo leído por su dificultad con la comprensión de la lectura, interpretan mal la información por su falta de comprensión de conceptos abstractos, y finalmente, evitan las matemáticas, leer, escribir y se bloquean emocionalmente.

La terapeuta Terrazas advirtió que lo peor que puede hacer un adulto con un niño que tiene problemas de aprendizaje o de dislexia es regañarlo. “Se frustra el niño, se bloquea y lo hace verse como que no va a poder, no va a saber”, dijo.

Agregó que los padres, en general, tienen que estar alertas de que el proceso de desarrollo de sus niños vaya dentro de los parámetros con los rangos de edad, porque si un menor que entró al kínder presenta un síntoma como los mencionados, ahí está un foco de aviso, indicó.

Cuando a los niños se les detecta la dislexia, es recomendable el uso de memoramas, mantenerse sobre un pie, dibujar, entre otros ejercicios que ayudan a esa parte del cerebro en donde hay dificultad, o generan estimulación en otra parte de ese órgano para que la supla y el niño se haga consciente de la situación.

Terrazas dijo que a los niños que tienen este padecimiento, al ser conscientes de su situación, se les enseñan técnicas o se les guía para sobrellevar esa necesidad especial.

Especialistas recetan en ciertas ocasiones el medicamento piracetam, que ayuda a la madurez de la neurona y corrige en un 80 o 90 por ciento el problema, complementándolo con una terapia neurolingüística, si no, no tiene resultados recomendables, dijo el médico Roo. (Iván Lucio Alvillar/El Diario)

http://diario.mx
6/12/2013

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