De acuerdo con las evidencias alcanzadas por el equipo de investigación dirigido por el Dr. Scott H. Faro, de la Temple University School of Medicine de Filadelfia, Estados Unidos, la actividad cerebral es mayor cuando se miente que cuando se dice una verdad. Según comentó el propio Dr. Scott en su conferencia "La técnica de imagen cerebral con resonancia magnética por imagen (RMI) podría sustituir a los detectores de mentiras", impartida en el día de ayer en el marco de la 90 edición de la Reunión Anual de la Sociedad de Radiología de América del Norte (RSNA) que se celebra en Chicago (EE UU), “durante el proceso de mentir se activan más áreas cerebrales que cuando se dice una verdad. Áreas que presentan un patrón de activación demostrado y que, a su vez, se localizan en tres regiones diferentes: lóbulos frontal, temporal y límbico”.
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores utilizaron por primera vez la combinación de un polígrafo tradicional con la resonancia magnética por imagen funcional (RMIf) en 11 voluntarios a los que se les pidió que alternaran mentiras y verdades. El objetivo de la prueba era el de medir los cambios en la actividad cerebral de los participantes en cada una de las ocasiones.
Las mentiras fueron detectadas con total precisión tanto por el polígrafo como por el RMIf. Sin embargo, como reconoció el Dr. Scott, “ello no implica que podamos utilizar la RMIf como una técnica individual de detección de mentiras. El polígrafo recoge únicamente estímulos periféricos, estímulos que no son sino el resultado final de una larga cadena de activaciones de áreas centrales primarias del cerebro. Y por lo que a nosotros respecta, todavía estamos empezando a comprender el origen de estas activaciones”.
Por todo ello, los resultados sólo pueden, en palabras de los investigadores, calificarse como “altamente prometedores, razón por la que el trabajo debería contar con el apoyo de los organismos de seguridad estadounidenses, caso de la Agencia Nacional de Seguridad”. “Hemos de tener en cuenta –concluyó el Dr. Scott– que la técnica empleada, la RMIf, resulta hoy en día ciertamente costosa. En consecuencia, debemos esperar que los resultados sean utilizados de una manera académica, para así poder comprender el comportamiento psicosocial. Todo ello, lógicamente, sin olvidar las posibles aplicaciones en el campo de la criminología”.
Jano On-line
9/12/2004