Las personas que no tenemos discapacidades no somos conscientes de que algún día podríamos vernos marginados. Algunos ejemplos: No tener acceso a lavabos públicos, no poder acceder a las plantas de algunos edificios, no poder estar en las gradas de algunos campos de fútbol viendo cómo juega el niño de la familia, no poder entrar a buscar a la niña a la escuela, no poder pasear por algunas calles debido a poca anchura de las aceras. O poder hacerlo pero por accesos adaptados (en el mejor de los casos): por entradas de emergencia, con grúas que levantan la silla de rueda ( y todo el mundo se te queda mirando) o entrando en lavabos señalados con un gran símbolo en la puerta de una silla de ruedas que les recuerda su situación de discapacidad por si se les ha olvidado. Un simple accidente de coche podría hacer que las personas que ahora no encontramos barreras tuviéramos nuestros días llenos. Es responsabilidad de todos evitarlo. Nos falta conciencia. Nos falta empatía.
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1/06/2013