La pasión por el deporte marcó desde chico la vida de Franco Lombino (26), que aprendió a patinar cuando tenía dos años y comenzó a competir en hockey poco después.
Desde su San Martín natal se trasladó a Italia para formar parte de equipos profesionales, donde aprovechó para estudiar Biotecnología. Pero cuando ya estaba acomodado recibió una oferta que no pudo rechazar: le ofrecieron trabajar en un laboratorio de Nueva York (EEUU) estudiando el Alzheimer.
Si bien durante los primeros meses pudo compatibilizar sus dos actividades, en noviembre del año pasado dejó definitivamente el hockey y este año iniciará un PhD (doctorado) en el Albert Einstein College of Medicine de esa ciudad.
“Lamentablemente las dos cosas eran imposibles de sobreponer. Es duro, porque nadie me obligó a hacerlo, pero creo que fue la justa elección”, contó el mendocino desde Nueva York.
Su relación con los patines
Franco comenzó a jugar al hockey sobre patines en Casa de Italia de San Martín y después se cambió a club San Martín. Cuando tenía 14 años formó parte de las inferiores del Tenerife en España y tuvo la posibilidad de entrar en las del Barcelona, pero decidió volver al país por considerarse demasiado chico. “Me interesaban otras cosas, extrañaba a mis amigos y a mi gente. Decidí volver solo a San Martín”, recordó.
Ya a los 16 tuvo una segunda oportunidad de establecerse en el exterior: “Me llamaron del Pordenone de Italia y no lo pensé dos veces. Sentía que había perdido una gran oportunidad, así que armé las valijas y me fui”.
En ese país europeo jugó en varios clubes (Bassano, Salerno, Breganze, Hockey Novara, Vercelli y hasta en la selección italiana) donde cosechó triunfos y reconocimiento.
Pero mientras jugaba en el Novara (ciudad ubicada al noroeste de Italia) decidió empezar a estudiar en la Universidad del Piemonte Oriental, donde luego de tres años se recibió de biotecnólogo.
En junio de 2012, ya cursando el segundo año de la especialización en biotecnologías médicas, viajó a Nueva York por tres meses “para cambiar aires y probar”. Durante ese período trabajó en el Albert Einstein College of Medicine, en el laboratorio de Luciano D’Adamio.
“El tan prestigioso doctor me invitó a volver por un año para hacer completamente la tesis de la especialización en su laboratorio... y aquí estoy”, contó con simpatía.
Próximamente comenzará un doctorado en ese colegio de medicina a la vez que continuará estudiando el Alzheimer. “Nuestros estudios se basan en la función de una de las proteínas consideradas responsables en la patología, que es el Amyloid Precursor Protein (APP).
Por ahora el trabajo ha sido difícil, pero en estos meses en Nueva York ya tuve la posibilidad de obtener dos publicaciones”, explicó el mendocino.
Apoyo familiar
En todo momento Franco destacó el apoyo que recibe de Claudia, su novia nacida en Italia, y de su familia compuesta por su mamá Fanny, sus hermanos Valentín, Sara y Augusto y su papá Eduardo, que es entrenador de hockey patín. “Aunque desde lejos, ellos son los protagonistas de mis pequeños logros personales”, dijo.
Tanta es su cercanía emocional con ellos que son una de las razones que lo llevarían a evaluar la vuelta a Mendoza. “La tierra que me vio nacer no se cambia por nada. Hay que ver cuál es la parte que tira más y cuál es la que más conviene. Extraño a mi familia claramente. Son los que me dieron la vida y me encaminaron dando un sentido a mis decisiones”, subrayó.
Un aspecto que también remarcó fue la diferencia educativa entre Italia y nuestro país. “La cultura del estudio allá es mucho mayor. Se estudia de verdad, no se hacen carreras en ocho o nueve años que tendrían que ser hechas en menos. Se trata de dar el máximo porque vale mucho la meritocracia... nada de dedocracia. Aunque es innegable que en todo el mundo existe”, describió antes de despedirse
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26/05/2013