Un equipo de psiquiatras y neurólogos franceses anunció, en la edición de agosto de Nature neuroscience, el descubrimiento de una importante anomalía en el funcionamiento cerebral de las personas autistas.

Según estos investigadores, que contaron con el apoyo financiero de la Fundación de Francia así como del mecenazgo para el autismo de la Fundación France Télécom y la dirección de la doctora Monica Zilbovicius (servicio hospitalario Frédéric-Joliot del Inserm-CEA, y el servicio hospitalario Frédéric-Jolliot, en Orsay, Essonne), los autistas serían incapaces de reconocer la voz humana.

En medios científicos se admite que el autismo es consecuencia de graves trastornos de desarrollo neurológico que tienen lugar durante el embarazo y la infancia. Este trastorno, que afecta de forma mayoritaria al sexo masculino, se caracteriza en especial por importantes hándicaps en las interacciones sociales. Es como si los enfermos estuvieran imposibilitados de entrar en contacto con las personas que los rodean. Cerca de la mitad de los autistas no logran expresarse a través de la palabra.

Estudios sobre la conducta ya habían permitido observar en los autistas un déficit en la percep ción de la voz humana. Fue precisamente para establecer las bases cerebrales de este fenómeno que los investigadores del equipo Inserm-CEA estudiaron, a través de la técnica de resonancia magnética funcional, de qué forma percibe el cerebro de los autistas adultos —de un promedio de 25 años— la voz humana en relación a otros sonidos. Analizaron la actividad cerebral de cinco enfermos y la compararon con la de ocho voluntarios sanos.

Se estudió así la actividad cerebral mientras se difundían al mismo tiempo secuencias sonoras que alternaban entre voces humanas (palabras, gritos, risas, llantos, cánticos) y otro tipo de sonidos no vocales (gritos de animales, ruidos de campanas, de instrumentos de música y motores de automóviles).

Los resultados obtenidos ponen al descubierto, en el caso de los autistas, una falta de activación del área cerebral ubicada en la región temporal superior, la que percibe la voz, específicamente.

En los enfermos, las áreas cerebrales activadas son exactamente las mismas, se trate de voces humanas o de sonidos no humanos. En otras palabras, en ellos no se pudo notar ninguna activación cerebral específica por reconocimiento de la voz humana. Preguntados sobre qué es lo que habían escuchado durante la prueba, sólo dijeron haber oído el 8,5 por ciento de los sonidos vocales.

Los investigadores de este estudio recordaron que pruebas anteriores realizadas en el campo visual, con resonancia magnética también, habían puesto al descubierto ya una ausencia de activación en el área especializada en reconocimiento de rostros. En su opinión, este nuevo estudio sobre la voz, un estímulo auditivo rico en informaciones sobre la identidad y el estado emocional del interlocutor, pone en evidencia esta vez un problema con la percepción en al campo auditivo.



Estrategias de reeducación

"Estas anomalías en el tratamiento de la voz y de los rostros sugieren inmediatamente que las dificultades de los autistas para comprender el estado emocional del otro y para interactuar con él podrían estar relacionadas con un déficit en la percepción de los estímulos sociales" explica la doctora Zilbovicius.

"Los resultados que obtuvimos con las resonancias magnéticas aportan nuevas perspectivas para comprender las perturbaciones en materia de interacción social que encierra el autismo", agregó Zilbovicius.

Según esta experta, el descubrimiento de estos déficit de percepción podría permitir rápidamente la creación de diversas estrategias de reeducación de las regiones cerebrales especializadas en las informaciones vocales y faciales.

Los especialistas subrayan que a partir de ahora lo que se necesita es rastrear lo antes posible las primeras señales que permitan pensar en la existencia de anomalías en el desarrollo cerebral.

Es así como antes del fin del primer año de vida, la ausencia del uso del dedo o de la mano para señalar objetos puede constituir el síntoma precoz de un proceso evolutivo que conducirá a la instalación de un autismo irreversible, si no hay ningún tratamiento que se interponga.

Fuente: EL Clarin

8/09/2004