voluntarios de cruz roja apoyan a 15 personas al día dedicadas a sus familiares dependientes
Adelina Suárez (d), que cuida a un hijo con enfermedad degenerativa, y la voluntaria de Cruz Roja que le da apoyo, María Paz Zazo.
Adelina Suárez (d), que cuida a un hijo con enfermedad degenerativa, y la voluntaria de Cruz Roja que le da apoyo, María Paz Zazo.
Adelina Suárez (d), que cuida a un hijo con enfermedad degenerativa, y la voluntaria de Cruz Roja que le da apoyo, María Paz Zazo.
Adelina Suárez coge de la mano a la voluntaria de Cruz Roja Mª Paz Zazo.
ADELINA Suárez Fernández espera cada semana como "agua de mayo" la llamada de María Paz Zazo, voluntaria del centro de contacto, un servicio que oferta Cruz Roja para personas que viven solas o que necesitan apoyo y acompañamiento en su cuidado a dependientes. "Veníamos de una cuenca minera y yo siempre digo que éramos cristianos rebeldes...
Hemos apostado por cuidar a nuestro hijo pese a todas las dificultades, nos hemos topado con gente maravillosa en esta lucha, y las chicas de Cruz Roja lo son", admite Adelina, asturiana que emigró a Navarra con su marido en los difíciles e industriales años sesenta. Tiene 72 años, tres hijos, y el mediano Javier, de 45, sufre esclerosis múltiple, enfermedad muy avanzada desde hace tres años, que le ha arrebatado la movilidad pero le mantiene la cabeza intacta. Lo manejan gracias a una grúa y a todos los conocimientos que le ha ido deparando la experiencia y el cariño. "El chico es muy orgulloso y no quiere que lo lave nadie que no sea su madre, y mientras pueda...", explica.
Javier se separó de su mujer hace tres años con la que comparte dos hijos de 18 y 12 años, nietos que ahora también cuida su madre cada quince días y a los que adora. En el momento de la separación sus padres tuvieron que volver de Asturias -a donde habían regresado desde su jubilación- para cuidar a su hijo. No querían que Javier tuviera que ingresar en el centro Infanta Elena. "Yo viví el sufrimiento de mi hijo a raíz de la separación como un maremoto, y supuso un deterioro aún mayor de su enfermedad", recuerda. Hasta hace año y medio acudía a un centro ocupacional, pero ahora sus limitaciones son mayores y permanece en casa. "Era una chaval maravilloso, brillante... de darte la vuelta para mirarle... hasta que a los 33 años llegó la enfermedad. Ha sido un declive progresivo, pero todavía dentro de sus posibilidades con los nudillos maneja algo el ordenador", relata.
"Me encontraba en un pozo muy grande, completamente hundida, hasta que me dirigieron a este servicio de Cruz Roja. Lo que hace esta gente no tiene precio. Lo más importante que tienen en la vida que es su tiempo libre lo regalan y es la mayor grandeza del ser humano", refrenda. Idoia es la trabajadora social que ha prestado atención social y emocional a los padres de Javier. "Mi marido ha sido un hombre luchador y fuerte, muy comprometido con lo social, fue concejal del Ayuntamiento de Burlada... y verse después de los años necesitado de pedir ayuda es lo que más le ha costado... doblegarse de algún modo, aunque lo cierto es que somos uña y carne", expuso. "Idoia es un ángel, le podías contar muchas cosas que nunca te juzga, mientras que los hijos y la familia en general siempre te machacan con la idea de que somos mayores y no debemos hacernos cargo de una persona tan dependiente... No quieres consejo, quieres escucha y a veces por no contradecirles, te callas", expone.
El centro de contacto ha permitido un mayor acercamiento a personas que están viviendo situaciones problemáticas "porque el objetivo es estar más cerca". "Gente que no quiere tirar la toalla y mientras tenga fuerzas, como es el caso de Adelina, quiere continuar adelante", indica María Paz. A través de un sistema informático se programan llamadas semanales a diferentes colectivos. "Semanalmente hay una voluntaria que tiene agendados a un grupo de usuarios, cada día se hace un seguimiento de una media de 15 personas. Se trata de personas mayores que viven solas, personas con patologías, que cuidan a un ser querido dependiente, usuarios del área de estimulación cognitiva de alzheimer o demencia... Se habla con ellas o con sus familiares, y se escucha sus problemas", explica Amaya Arana, coordinadora del programa.
Paz se encarga del grupo de cuidadores familiares. Contactos telefónicos a través de los cuales se detectan otras necesidades, se ofrecen actividades o se deriva a la trabajadora social, a la psicóloga u otros centros. Se realizan acompañamientos para pequeñas gestiones (acompañarles al médico o a hacer la compra) etcétera, o de forma más continuada: cuando un voluntario acude al domicilio una o dos veces por semana para acompañar a esa persona, para escuchar, pasear, jugar a cartas, etcétera, no es una tarea asistencial. "Hay problemas que se viven con angustia. Abrir una pequeña puerta es una gran liberación, ayuda a que esa situación se viva de manera mejor, con mayor tranquilidad, sabiendo que hay alguien detrás que va a intentar ayudarte", subraya Paz. También se les deriva a muchos cursos de formación, de aprendizaje de ordenador o móviles, cocina para personas mayores, aula de estimulación, ayudas técnicas, actividades de voluntariado donde, por ejemplo, "ha entrado a los 76 años Leoncio", expone Amaya. "También velamos bastante por la salud del cuidador, si tiene problemas de espaldas, hacer un seguimiento de consultas médicas...", precisa. "Es muy habitual que la esposa cuide del marido, que los padres mayores lo hagan del hijo enfermo, o la hija mayor que está jubilada o soltera que se hace cargo de sus padres, y maridos que cuidan a esposas, pero muchas son personas mayores. Y hay hijos que ya no se hacen cargo de sus padres...", indica.
Adelina asegura que los hijos le ayudan cuando pueden, pero que tienen su vida y sus problemas: "El hijo mayor trabaja, tiene una hija de once años, la suegra con alzheimer... si casi prefiero ayudarles yo".
Cruz Roja también ha contado durante medio año con el refuerzo de nueve chicas contratadas a través de un programa de empleo subvencionado por el Ejecutivo foral para tareas de atención a domicilio. Una hora a la semana acuden a casa de Adelina para que puedan salir a dar una vuelta. "Hay gente que tiene a sus familias en casa o en un centro de día, pero el día tiene 24 horas. Se valora mucho este servicio. Son chicas perceptoras de renta básica que reciben formación en geriatría y por la tarde trabajan en domicilio. Esperemos se renueve", reitera Amaya
http://www.noticiasdenavarra.com
4/03/2013