La estimulación temprana es una opción educativa que se puede proponer a cualquier niño desde su nacimiento hasta los 6 años. Sin embargo, es indispensable para aquellos que presentan dificultades de aprendizaje o retrasos en el desarrollo.
En consecuencia, si tu bebé presenta factores que se conocen de riesgo, un daño neurológico o enfermedad que afecte su desarrollo normal, o ningún problema neurológico pero un retraso en su desarrollo por alguna otra causa, es necesaria la estimulación temprana.
¿En qué consiste? Es el aprovechamiento de la capacidad de aprendizaje y adaptabilidad del cerebro de un bebé a través de una serie de estímulos que fijan la atención e interés del pequeño. Con ella no sólo se refuerzan competencias intelectuales (capacidad para la lectura, comprensión verbal, cálculo matemático, viso-espacial), sino que también se trabajan destrezas motrices, sensoriales y sociales.
Eso sí, no se debe sobreestimular a un bebé. Es que el “bombardeo” constante de información puede aturdir y tener el efecto contrario al que buscamos. Si notas que el niño ya no pone atención, que desvía la mirada y parece molesto, inquieto o desesperado, detiene la actividad que estás haciendo e inténtalo en otro momento. Con 20 ó 30 minutos diarios, es suficiente.
Tampoco intentes con el tiempo que tu hijo sea excelente en todo; los niños, como los adultos, poseen habilidades diferentes, inteligencias múltiples que desarrollan mejor un área que la otra. Aplaude las actividades más destacadas de tu niño y ayúdalo a reforzar las otras.
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26/02/2013