Carolina de Martínez Herrera es madre de un niño que fue diagnosticado a los 8 años de edad con Trastorno por déficit de atención por hiperactividad, conocido por sus siglas en inglés como Tdah.
Para ella, la detección temprana del Tdah, ayudo a controlar los problemas que comenzaban a acarrear la conducta de su pequeño en la casa, la escuela y en cualquiera otro sitio donde se encontrara.
La inquietud unida a la desobediencia que manifestaba Josber fueron comportamientos que Martínez Herrera observó desde que era tan sólo un niño, pero cuando inició el primer grado de educación básica los otros síntomas del trastorno como la poca concentración y el desinterés por los estudios fueron detonantes para que consultara a un especialista.
“Cuando mi hijo ingresó al colegio no copiaba ni hacía las tareas del aula. Se pasaba todo el día hablando o jugando. La maestra se quejaba de él, pero sólo decía que era un niño flojo”.
La psicopedagoga Sonia Yánez, presidenta de la Fundación Amigos Especiales, señala que ese es un error que generalmente se incurre y en ese sentido recomienda que durante los primeros años de educación básica los docentes deben observar con atención la conducta de sus alumnos y comunicarlas a los padres.
“Los niños que padecen esta conducta tienen un coeficiente intelectual muy bueno, por eso no podemos decir que son flojos, porque a nivel cognitivo no tienen ningún problema, lo que sucede es que la atención la tienen muy dispersa al igual que la concentración”.
Cuando un pequeño tiene su cuaderno de tareas en blanco y “no para ni un segundo de distraerse” en el salón de clase, es necesario que sea evaluado según Yánez por un especialista.
La Psicopedagóga señaló que la hiperactividad no suele ser el primer síntoma de la condición del Tdah. La impulsividad y la inatención són las señales más visibles en esos casos.
“La impulsividad se refleja cuando el pequeño habla demasiado, no piensa antes de decir las cosas; le cuesta mucho esperar su turno, interrumpe lo que hacen los demás, no piensa y habla mucho; y en ciertos casos los problemas de conducta en el colegio se agravan”, dijo Yánez.
Termómetro de emociones
El hijo de Carolina sólo padecía de inatención e hiperactividad, conductas que fueron corregiéndose a través de un tratamiento terapéutico que duro aproximadamente 6 años, con el cual no sólo aprendió todo lo relacionado con el síndrome sino, lo más importante, a comprender a su niño.
“En algunas ocasiones yo quería explotar. Confieso que era duro tenerle paciencia porque no quería hacer las tareas, los cuadernos los tenía en blanco. El desinterés por el colegio era terrible”, dijo.
Al ser constantemente criticados o regañados los niños con Tdah tienden a frustrarse lo que conlleva a que se les baje el autoestima con regularidad.
“El nivel de frustración de estos pequeños es grande, porque los padres, maestras o compañeros de clases no los entiende. Suelen ser criticados comparados con otros que si se portan bien. Eso, sin duda, es lo peor que las personas que lo rodean pueden hacer, porque cada niño es auténtico y maravilloso. Los padres y docentes deben estar atentos a cualquier conducta y buscar ante todo ayuda profesional, respirar contándo hasta 10 y comprender a los pequeños con está condición”.
La comunicación continúa con el chico se convierte en una herramienta importante para los padres. Preguntarles cómo les fue en clase, qué aprendieron, qué fue lo que más les gusto de su día de colegio ayudara, según la especialista, a crear un lazo afectivo más estrecho entre padres e hijos.
El tratamiento es vital
Las diferencias de un niño con tratamiento terapéutico para el Tdah y uno que no reciba ayuda pedagógica marcará, de acuerdo con Yánez, el futuro del paciente.
El exceso de energía, la falta de atención e incapacidad para concentrarse no suelen controlarse solas. Mediante hábitos, estímulos, terapias cognitivas conductuales, y el apoyo y comprensión de los padres y docentes, el pequeño con Tdah se adaptará con armonía y facilidad en todos los ambientes donde se desarrolle.
Yánez asegura que durante el tiempo que el pequeño este en casa es importante controlar el tiempo de exposición frente a la televisión y los vídeos juegos.
La realización de una agenda de trabajo es necesaria para crear hábitos en el niño.
“Es sumamente vital que ellos aprendan a trabajar a través de unos hábitos establecidos, porque así no olvidarán las cosas que tienen que hacer y aprenderán, además, a tener límites y a controlarse”.
Cuando el niño aprende a seguir instrucciones y a concentrarse en la realización de las tareas del colegio, son claros indicativos de que puede estar listo.
“Después de tres a cinco años de terapia con psicopedagogos, se puede dar el alta al niño. La fecha dependerá del ritmo de trabajo y la disposición que tengan los padres y los factores que estén a su alrededor. Este es un trabajo en equipo”.
Actualmente, el hijo de Carolina tiene 12 años, cursa el segundo año de educación básica, le fue dado el alta hace un año. El trabajo continúa en casa.
“Las calificaciones de mi hijo son excelentes. Mi hijo es muy inteligente y adora la biología”, comenta, Carolina.
“Un niño que padezca de Tdah quiere hacer varias cosas y por lo general pocas veces culmina una actividad por completo. La rutina o la cotidianidad los distrae”
Psicopedagóga / Sonia Yánez
Magaly Mata, Pisopedagóga jubilada, afirman que la detección tardía del síndrome podría complicar la comprensión de las matemáticas ya que necesitan más concentración.
La grafomotricidad se observa un poco limitada los primeros años de estudio, pero todo puede ser corregido con terapias. “No existe la palabra imposible con los que padecen la condición porque ellos son muy inteligentes”, reiteró Mata.
Alimentación controlada
Daniela Palomo Campos es especialista en nutrición pediatrica, afirma que aunque no existan pruebas científicas que certifiquen que los azúcares simples y colorantes como el amarillo número 5, aumentan el grado de actividad en los hiperactivos, sus años de experiencia laboral en el Hospital Universitario Luis Razetti de Barcelona le dan credibilidad a esos aspectos.
Tomando en cuenta esos factores, Palomo Campos desarrolló una dieta especial para los pequeños con Tdah.
“La hiperactividad se traduce en un exceso de energía física, y el azúcar juega un rol muy importante sobre esta condición que se potencia en los niños, por ello el consumo de ciertos alimentos deben controlarse, como es el caso de ciertas frutas, chucherias y refrescos”.
Controlar esa conducta en los niños a través de la alimentación, le resulta a Palomo una tesis bien acertada que defiende cuando escucha los testimonio de las madres de sus pacientes.
“Los padres me dicen que los chicos evolucionan positivamente con la dieta. Cuando evitamos los azúcares simples, surte un efecto positivo sobre el control natural de la hiperactividad, porque el azúcar es como la gasolina del cuerpo, le va a dar más y más energía. Enseñemos a los pequeños a comer sano. La manzana, pera, uvas, melocotones, son bondades de la tierra”.
Dieta especial
La nutricionista infantil Daniela Palomo Campos aconseja a los padres sustituir los alimentos azucarados por granos enteros, proteínas y alimentos mínimamente pro- cesados, que mantienen en equilibrio la energía por mucho más tiempo, erradicar por completo las bebidas gaseosas y el colorante como el amarillo número cinco , evitará que los picos que destacan en el TDAH se desaten.
Primer paso
- Llevar al niño al neurologo o psicologo, el cual debe evaluar y diagnosticar.
- Evaluación del área cognitiva.
Evaluar Tdah
Después de tener todo evaluado y diagnosticado, el paciente debe recibir tratamiento terapéutico de la mano de un psicopedagogo quien le va a proporcionar estrategias al niño, para convivir con ello y poder así aprender de mejor manera.
Confianza
Carolina de martínez Herrera, aprendió a comprender a su hijo que sufre de Tdah. Gracias a las terapias recomendadas por especialistas. Ellos la ayudaron a entender que la condición no es una limitante para que su hijo triunfe en la vida.
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12/12/2012