Los jueves son días diferentes para algunos de los usuarios de la Asociación Catalana de Traumatismo Craneoencefálico y Daño Cerebral (TRACE). Ese día se desplazan con transporte público hasta el huerto que cultivan en Sant Vicenç dels Horts y pasan toda la mañana entre bancales, plantas, herramientas y semillas. El proyecto tiene como finalidad potenciar la autonomía de las personas con daño cerebral, fomentar el compañerismo y contribuir a la mejora de sus capacidades. Este viernes se celebra el Día del Daño Cerebral Adquirido, que padecen más de 300.000 personas en España, según datos de la Federación Española de Daño Cerebral (Fedace).

“Todas las actividades que se proponen desde la entidad se hacen con una finalidad terapéutica”, asegura la presidenta de Trace, Rosa Sanvicens. Los hortelanos aprenden a cultivar el huerto, las características de cada estación y los cuidados que requiere cada planta guiados por el payés encargado del campo. Los productos que cultivan se venden posteriormente en la sede que la entidad tiene en el Eixample de Barcelona, una ayuda para el mantenimiento de la entidad que tiene actualmente más de un centenar de usuarios, aunque no todos participan en el cultivo del huerto ya que cada uno de ellos hace las actividades más adecuadas para mejorar o mantener sus capacidades.

“Desde que voy al huerto siento que mi vida ha cambiado porque me siento útil”, asegura Fran Correderas, uno de los usuarios. Una de sus compañeras, Anna Casal, coincide con su opinión y mantiene:“He hecho muchas terapias pero el contacto con la tierra es la mejor sesión que he hecho, es lo que más me ayuda”.

El trabajo en equipo es uno de los aspectos que más destacan los usuarios, como apunta Alipio Morata que asegura: “Considero que el trabajo en el huerto mejora mis secuelas, como por ejemplo cuando me hacen atar las tomateras”.



Afectados jóvenes y pocos recursos

El daño cerebral afecta especialmente, aunque no exclusivamente, a personas jóvenes ya que uno de los motivos que los causa es un accidente de tráfico aunque hay otros, como enfermedades neurodegenerativas o accidentes cerebrales. Con la finalidad de concienciar a la población de lo peligroso que puede ser cometer imprudencias al volante, la entidad realiza actividades. Presos que cumplen condena en centros penitenciarios por haber cometido delitos de tráfico participan en jornadas en TRACE, conocen a los afectados y las secuelas que se pueden derivar de un accidente.

“Algunos cumplen condena por haber provocado un accidente. Ellos están encerrados en la cárcel pero la víctima está encerrada en su cuerpo de por vida”, señalan desde la entidad.

La crisis económica también se deja notar en la entidad que ve en peligro su continuidad porque no llegan los recursos de las administraciones, con los que financian en 40% de su actividad. La presidenta de la entidad lamenta que “además de que las ayudas no llegan, cada vez se ponen más trabas y problemas”. “Ya que la sociedad ha hecho un esfuerzo importante para mantenernos con vida podrían dejarnos más libertad para seguir adelante”, añade.

En el centro se hacen terapias personalizadas de recuperación cognitiva, uno de los principales problemas de los afectados que a menudo, y en función de la parte del cerebro afectada, tienen pérdidas de memoria, dificultad para orientarse o problemas de concentración. También se realizan actividades grupales, con el objetivo de trabajar las secuelas a través de actividades normalizadas con fines terapéuticos.

El daño cerebral provoca una gran dependencia por los problemas de las personas que lo sufren a concentrarse, recordar, conversar o incluso orientarse. El 60% de los afectados tiene una dependencia severa y el 45% una discapacidad grave.

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28/11/2012