NO hacen falta alas para hacer un sueño", dice la letra del trovador mayor del Ariguanabo. Así, con ese mismo sentir, se trabaja en la escuela provincial de deficiencias visuales Los Pioneritos, ubicada en Bejucal.
En este lugar la naturaleza regala su entorno junto a la bella sonrisa infantil; la misma que impulsa a los maestros a entregar todo su esfuerzo y amor en busca de un hermoso horizonte, ese que los pioneritos no divisan con claridad, pero que se agiganta en cada jornada de trabajo, porque el mundo tiene alas y no lo sostiene un paquidermo gris ni cansado, sino la conquista del hombre.
Aymée Vega Delgado es la directora de la escuela, licenciada en Defectología en la especialidad de Logopedia y con 18 años de experiencia en este tipo de enseñanza. Sencilla, afable, fluida en el hablar y con el optimismo a flor de labios —porque vive entre los meñiques de la Edad de Oro—, accede gustosa al diálogo con el habanero.
—¿Por qué escoge este tipo de enseñanza para su trabajo?
—Sencillamente, por ser algo hermoso que te hace sentir útil. Trabajar con niños de esta patología nos fortalece humanamente, nos lleva a conocer ese mundo de tinieblas que les ha deparado el destino; pero, a la vez, somos el rayo de luz que ilumina cada día de su existencia. Soy feliz de ser defectóloga y, además, dirigir este centro especial.
—¿Qué matrícula tiene la escuela y cómo se agrupa por territorio?
—Contamos con 58 alumnos y 32 docentes. De los 19 municipios de la provincia, 15 reciben nuestros servicios; el de mayor cantidad de alumnos es Bejucal, con 19, seguido por Quivicán, Batabanó y Güines.
—¿Cuáles son las asignaturas que se imparten en el centro?
—Además de la enseñanza normal, se aplica el sistema Braille, el Ábaco, la orientación y movilidad y la escritura plana. También se trabaja en el tratamiento de las dislalias, dislexias y disgrafías, que no son más que los trastornos que presentan los niños en el habla al pronunciar, en la escritura y en la lectura.
—¿Principales resultados del colectivo a nivel nacional?
—Somos el decimoquinto centro creado en la nación y el único de su tipo en La Habana. Hemos estado presentes en los congresos de Pedagogía y en los eventos internacionales que ha organizado el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Atención a la Enseñanza Especial. En el año 2000, una maestra nuestra, Iraida Hernández, presentó una ponencia en el propio Pedagogía, con muy buena aceptación.
—¿Cómo se aplican los programas de la Revolución en el centro?
—Las teleclases del Canal Educativo les llegan a los alumnos en sus turnos normales y, aunque ellos no pueden verlas con facilidad nos apoyamos en el sonido de las computadoras para un mayor entendimiento. Nuestra aula de Computación cuenta con cuatro máquinas y, también, ya se trabaja con la impresora del sistema Braille. La Editorial Libertad nos facilita la bibliografía para una mejor labor académica.
—¿Proyectos de trabajo en la escuela?
—En primer lugar, lograr la estabilidad y el equilibrio en el personal especializado, pues tenemos déficit en ese sentido, que lo estamos supliendo con las prácticas docentes. Ellas reciben nuestro máximo apoyo y respeto por la entrega diaria a la labor que realizan. Además, quisiéramos adaptar los programas de la educación normal a nuestra especialidad y crear nuevos sistemas de enseñanza para los pequeños, de forma interna.
—¿Satisfacciones en la profesión?
—Muchas, cada día crece nuestro amor propio por la labor que realizamos. En lo personal me siento, como la madre de todos mis alumnos. En ellos se ve el retoño y reflejo de mis propios hijos, y en la escuela son los enanitos laboriosos de que habla la canción de Silvio. Soy feliz, si volviera a estudiar sería otra vez logopeda, sin miedo, sin fisuras, y sí dispuesta a seguir cultivando las flores de este jardín tan hermoso que es la Revolución y su Educación Especial.
Fuente: ElHabanero
1/07/2004