En 1534 Miguel Ángel realizará grandes obras que le traerán su fama artística inmortal con el Juicio Final, en la Capilla Sixtina, por encargo del Papa Paulo III, quien le nombra pintor, escultor y arquitecto del Vaticano. En el Juicio Final, Miguel Ángel exhibirá su admiración hacia la anatomía que le llevará a desnudar al propio Cristo.
Sin embrago, fue un hombre solitario y paranoico que pudo sufrir alguna forma de autismo. El artista del Renacimiento tenía un temperamento difícil que le impedía comunicarse bien con su entorno.
Esta es la conclusión de los psiquiatras Mohamed Arshad, del Winston Hospital de Merseyside (noroeste de Inglaterra), y Michael Fitzgerald, profesor del prestigioso Trinity College de Dublín.
En un estudio que divulga la revista especializada Journal of Medical Biography, los expertos creen que el artista del Renacimiento italiano padeció el llamado síndrome de Asperger, una variedad severa de autismo que afecta normalmente a los varones. Las personas que sufren el síndrome presentan habitualmente dificultades de comunicación e interacción social, pero a menudo también suelen poseer un talento excepcional para determinadas disciplinas como la música, el arte o las matemáticas.
El carácter de Miguel Ángel di Ludovico Buanarroti Simoni estuvo marcado por una infancia problemática, al ser frecuentemente maltratado por su padre y sus tíos, que desaprobaban sus inquietudes artísticas.
Arshad y Fitzgerald, que basan su investigación en el análisis de las obras del genio y de notas de sus ayudantes y familiares, sostienen que la destreza de Miguel Ángel con el pincel y el cincel contrastan con su nulidad para mantener relaciones humanas normales.
"Miguel Ángel -dicen- era distante y solitario. Según los psiquiatras, el artista renacentista era incapaz de expresar sus emociones, tal y como demuestra su ausencia en el funeral de uno de sus hermanos.
"Era de mal genio y tenía arrebatos de enojo. Era paranoico por momentos, narcisista y esquizoide", según el estudio, que también describe a Miguel Ángel como una persona "extraña, sin afecto y aislada".
Sin embargo, los argumentos de Arshad y Fitzgerald han sido puestos en duda por el historiador de arte James Hall, autor del libro Miguel Ángel y la reinvención del cuerpo humano. En opinión de Hall, "no hay pruebas" de que el artista del Renacimiento sufriera "problemas médicos de esa naturaleza", ya que "escribió poesía, era muy elocuente y trabajó a un nivel muy alto hasta bien entrados los 80 años".
Fuente: Noticias.com
14/06/2004