“Camino, vivencias de un ACV”, es el libro que estará presentando el próximo sábado 28 de julio, en dependencias del Centro de Jubilados y Pensionados de nuestra ciudad, la rojense Araceli Rodríguez. Se trata de una ama de casa de Rojas, madre de cuatro hijos, que durante el año 2004, exactamente un 1º de agosto, sufrió un accidente cerebro vascular que cambió su vida por completo.
Por su suerte, Rodríguez ha podido ir sorteando durante todos estos años, a base de esfuerzo personal y ayuda de profesionales y familia, este importante percance de salud que la afectó hace unos ocho años. Pero durante el encuentro que dará lugar a la presentación del libro, a partir de las 19 horas, la autora invitará a compartir su historia de vida contando detalles de las circunstancias que tuvo que padecer.
A los 42 años, Rodríguez sufrió un ACV sin causa conocida, considerado por los propios médicos como un caso en un millón. El accidente le dejó graves secuelas y una afasia importante, que fue superando con una rehabilitación ininterrumpida. Con “Camino, vivencias de un ACV”, el libro que fue escribiendo con el apoyo de la fonoaudióloga Marilina Choulet, Rodríguez sobresalta la importancia de la vida y los valores que muchas veces no tenemos en cuenta, hasta que nos pasan estas cosas.
El libro tiene 123 paginas y fue editado por un amigo de uno de sus hijos que estudia diseño gráfico. Le llevó cinco años hacerlo y en todos estos años se ha dedicado, más allá de recuperar su salud, que ha sido sin lugar a dudas la prioridad, a traer a su vida muchísimos valores que quizá no estaban vivos antes del ACV, pero que definitivamente tras ese percance aparecieron a flor de piel y hoy la han marcado para siempre, en el buen sentido de la vida.
-¿Cómo comenzó todo Araceli?
-Estaba en mi casa, era un 1º de agosto de eso año, un domingo, amasando. Estaba con mi marido y sentí un tirón en un brazo. Primero no dije nada, pero fue algo raro. Después ya se lo comuniqué a él y decidimos ir al hospital porque el dolor se me iba agravando y no era algo normal, evidentemente. Ya en el hospital no sentía una. Lamentablemente, en el hospital de acá me atendió una médica, que no era de Rojas, que realmente tengo que decirlo, no supo qué hacer. Me tuvo siete horas en observación y me dio una inyección creyendo que era una ataque de nervios, cuando en realidad no era lo indicado. Me dormí por el calmante, pero siempre había estado conciente. Luego mi marido llamó a Mario Salzman y me trasladaron a la Clínica Pergamino porque evidentemente algo grave estaba sucediendo.
-¿Cómo fueron las horas siguientes?
-Yendo a Pergamino en la ambulancia tengo el recuerdo de haberme despertado del efecto del calmante y de estar conciente, de saber lo que pasaba a mi alrededor. Inclusive recuerdo cuando ingresé a la Clínica Pergamino, en donde ya no recuerdo más porque enseguida comenzaron con una operación. Primero me trataron de sellar la vena rota haciendo femoropoplitea. Pero me tuvieron que trasladar a Buenos Aires porque enseguida se percataron de que el problema era mucho más grave. Pasaron unas veintidós horas desde que tuve el ACV hasta que me operaron en la cabeza en la Clínica Adventista porque el derrame seguía. Ahí me desperté. Estuve once días en recuperación y después seguí cuatro meses internada en ALPI, que es el centro de rehabilitación, también en Buenos Aires, donde hice toda la recuperación fuerte.
-¿Cómo fue el regreso a casa y cómo estás hoy?
-Muy emotivo, por cierto. Muy especial. Durante esos cuatro meses estuve en Buenos Aires aunque al tiempo de ingresar me dejaron visitar mi casa durante los fines de semana. Fue después de los cuatro meses que me vine definitivamente. Recibí el alta el 17 de diciembre pasado. Desde entonces estuve viajando una vez al año a un control de rehabilitación, aunque en realidad mi rehabilitación va a ser de por vida. Todavía tengo un poco de dificultad en una pierna pero va mejorando, es un proceso lento y paulatino. Pero me siento rehabilitada en el sentido de que ya puedo hacer todo lo que una persona sana puede hacer.
-¿Qué tipo de ACV sufriste Araceli?
-El ACV que tuve es el de tipo hemorrágico. Según dijeron, no hay causa conocida del por qué me sucedió. Es un ACV que se da un caso en un millón, dijeron los médicos, que no tiene una causa determinada de aparición. En realidad hay un montón de causas que te pueden acarrear un ACV, pero en mí caso no encontraron ninguna, eso es lo llamativo. No hablaba, no caminaba, no podía pensar. Sí recordaba, y siempre reconocí a todos. Lo que no podía hacer era decir lo que yo pretendía. Sabía lo que quería decir, pero no me salían las palabras.
-¿Por qué te surgió la idea de hacer un libro?
-La idea nació porque quería dejarle algo a mis hijos, algo escrito. En un primero momento me surgió esa posibilidad, de contarle a ellos la historia de lo que me había pasado y de algún modo hacerles notar lo que yo misma no había notado hasta que me ocurrió todo esto. Yo cuento mi historia de vida desde el ACV, que lo tuve en 2004, pero a lo que apunto es a que la gente sepa y se dé cuenta de que cuando uno es joven por ahí toma conciencia de algunas cosas que nos pasan por al lado y a cuales no le damos la importancia que se merece porque no tenemos problemas, no hay nada de qué preocuparnos. Eso lo dejo contado. Pero también hago referencia dando ejemplos, entre otras cosas, cómo vivían nuestros padres y abuelos, muy distinto a como vivimos hoy en día en cuanto a los valores de la vida.
-¿Qué valorás de todo lo ocurrido?
-Estuve muy mal y no me daban esperanzas de recuperación y tampoco de vida en su momento. Lo que sucedió es que me puse objetivos difíciles para mi estado, pero siempre decía que algún momento iba a poder. Nunca dejé la rehabilitación, cosa fundamental. Mis objetivos eran escribir con la mano derecha, que ya puedo, correr una maratón, en realidad cuatro kilómetros, que la corrí el 19 de diciembre acá en Rojas, y terminar este libro, que en realidad no me gusta decirle libro porque para mí es un trabajo de rehabilitación. No soy futura escritora. Simplemente el libro es parte de mi recuperación, es un poco una promesa. Me ayudó mucho escribir, me ayudó a sacar muchas cosas que por ahí ni yo me daba cuenta.
-¿A todos los cambió la vida en la familia?
-Tal cual. A todos nos cambió la vida, desde el primer minuto que pasó lo que pasó. Tengo a mi marido y cuatro hijos varones que cuando tuve el ACV eran pequeños, los más chiquitos tenían 7 y 8 años. Era totalmente dedicada a mis hijos y de golpe nos encontramos todos con esto, que fue muy difícil. Me fui de mi casa sin despedirme de nadie. Yo digo que tuvo que pasar. Nunca me dije por qué a mi. Jamás. Si me pasó, por algo pasó y debía ocurrir. Eso lo tengo bien en claro.
-Por último. ¿Qué tenés para decir después de todo?
-Lo más importante que tengo para decir es que siempre fui creyente y desde que me desperté, siempre estuve bien, siempre tuve como una alegría interior, una paz absoluta. Nunca tuve miedo y nunca me desesperé, a pesar de que durante el período de terapia, por ejemplo, me ataron para que no me moviera. Dios, la familia y los profesionales han sido fundamentales para mi recuperación. No tomo lo que me ocurrió como una desgracia, insisto. Simplemente pienso que me pasó porque había en mí algo que tenía que despertarse. Para ayudarme a mí y a todos los que están al lado mío.
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22/08/2012