Musicoterapeuta y psicólogo clínico, Luis Armando Rivera resalta los beneficios de la musicoterapia en grupos que presentan trastornos psiquiátricos y adicciones.
Rivera señala que generalmente una persona con traumas psicológicos y psiquiátricos voluntariamente no se va a sentar con un psicólogo a hablar de su problema, porque hay mucha resistencia.
“Pero lo maravilloso de la música es que las canciones pueden desatar emociones en ti que tú ni siquiera sabías que tenías. Eso les pasa a ellos, a estos pacientes. La música crea memoria emocional. Si yo me siento a hablar de tu problema y logro trabajarlo con canciones con las que te identificas, vas a hablar y querrás oír más canciones. Pero yo no me voy a sentar y a tocar canciones, porque eso sería un concierto. Tocamos la canción, hablamos de la canción, de sus letras, escribimos nuestra propia versión, le cambiamos el coro si queremos”.
A eso se refiere cuando explica lo que significa tocar música con un propósito clínico, que es el objetivo de la musicoterapia, la que define como el uso clínico y en vivo de la música dentro de una relación y un contexto terapéutico manejado por un profesional certificado o capacitado para lograr objetivos y metas que no son musicales.
“Uso mi ojo clínico para analizar por qué estás así, cuál es tu problema inmediato y cómo lo puedo trabajar con la música en un contexto terapéutico”, indica.
El dominicano ha visto buenos resultados en su trabajo con jóvenes con adicciones y problemas de conducta. Es también una de las ventajas de combinar en un solo trabajo sus dos profesiones, que él considera las ocupaciones que más le apasionan.
Como ancla
En los ancianos con demencia y Alzheimer, Rivera usa también la música como un ancla, especialmente la música de época.
“Uso música de su época que les resulten familiares para intentar traerlos de nuevo a la realidad, aunque sea por un momento. Cuando los oyes murmurar, están cantando a su manera, y eso significa que algo está haciendo la música en ese cerebro, sabrá Dios qué está viviendo esa persona”. Los familiares notan ese cambio y agradecen inmensamente que le devuelvan la lucidez a su pariente, aunque sea por unos pocos minutos, dice Rivera.
La preparación del musicoterapeuta incluye tocar música de todo tipo.
“A un paciente latino, 80 o 90 años, por ejemplo, le toco bolero. Hay pacientes que no se mueven, pero al oír una canción que conocen levantan la cabeza, te miran y el que te miren a los ojos es ya algo grandísimo. Cuando se acaba la canción es posible que vuelva a estar cabizbajo, pero muchas veces te sigue hablando”, expresa.
“LA MUSICOTERAPIA DRENA A LAS PERSONAS”
Graduado en Psicología Clínica en 2007, Rivera obtuvo este año el título en musicoterapia por el Berklee College of Music de Boston y está interesado en iniciar en el país proyectos en esta área. Ha trabajado especialmente con niños prematuros, enfermos de cáncer, moribundos y personas con trastornos diversos.
“Me encanta trabajar con pacientes con problemas del habla, pacientes que tienen un derrame, que no pueden hablar, pero cantan. Me asombra eso de la musicoterapia. Uso la música para rehabilitar todas las áreas del habla que pueda”.
La música usa la capacidad del cerebro que se llama neuroplasticidad para crear un puente entre los lados y hacer conexiones nuevas que estimulan las áreas dañadas, explica Rivera.
Aunque él descubrió la musicoterapia desde la psicología, señala que el musicoterapeuta no tiene que ser psicólogo.
Lo beneficioso de la musicoterapia, sigue, es que se puede hacer uso de ella desde el nacimiento hasta la muerte, para manejar problemas de salud y en procesos de trabajos fuertes, “porque la musicoterapia drena mucho a las personas”.
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12/08/2012