La cantidad de personas que sufre demencia en los países en vías de desarrollo podría doblar la cifra estimada hasta ahora. Un estudio internacional, liderado por el Instituto Psiquiátrico del King's College de Londres (Reino Unido), critica esta semana en la revista The Lancet que los datos actuales han sido «demasiado optimistas». «El problema es que la conciencia de la demencia y la búsqueda de ayuda son poco frecuentes en estos países», dice a SINC Martin Prince, investigador del King's College y primer autor del trabajo.
Los investigadores afirman que la tasa de incidencia de enfermedades neurodegenerativas en países emergentes sería entre 1,5 y 2,5 veces mayor que lo que se había evaluado con otros criterios. Por lo tanto, según sus cálculos, la repercusión global de la demencia en todo el mundo podría ser entre un 4% y un 19% más alta. «Si la esperanza de vida aumenta en estos países, también crecerá el número de personas con demencia durante los próximos 20 a 40 años», pronostica Prince, que en su investigación se refiere a la incidencia de la enfermedad como «epidemia global».
La investigación, financiada entre otros por la Organización Mundial de la Salud (OMS), siguió durante un lustro la evolución de 12.887 personas de más de 65 años, de las cuales 11.718 no presentaban ningún síntoma de demencia. La muestra responde a poblaciones rurales y urbanas de seis países distintos: Cuba, República Dominicana, Venezuela, Perú, México y China. Para cruzar los datos, los cálculos se basaron en un algoritmo sensible a la pérdida de funciones cognitivas, ya fueran leves o moderadas.
Memoria y función cognitiva
Para conseguir una visión más general del problema, el 'método 10/66' tiene en cuenta tres criterios fundamentales: las pruebas cognitivas de deterioro de la memoria y otras funciones, el examen en el desempeño de las actividades cotidianas y la evidencia de otras condiciones, como una depresión.
La incidencia de la enfermedad se asocia independientemente con factores como la edad avanzada, el sexo femenino, y el nivel educativo bajo, pero no con el tipo de ocupación. Los científicos destacaron la relevancia de todas ellas, a excepción del puesto de trabajo. Además, se demostró que las personas con demencia desde el principio del estudio corrían un riesgo casi tres veces mayor de morir.
La alfabetización
«Nuestros resultados sugieren que los estímulos durante los primeros años de vida, como la educación y el aprendizaje de la lectoescritura, serían muy importantes para reducir el riesgo de demencia en edades avanzadas», afirma Prince.
Después de interpretar los resultados, los autores defienden la educación para prevenir la pérdida progresiva de las funciones cognitivas. Tal y como pasa en países con rentas más altas, la alfabetización, la fluidez verbal y la coordinación del sistema motor protegen contra la aparición de la demencia.
Pero hay más indicadores que influyen en los casos de demencia. Prince destaca el efecto de la alfabetización, más allá de la educación, como un hallazgo bastante nuevo. «En la actualidad, el analfabetismo todavía es común entre las personas mayores en los países de altos ingresos, como España y otros países del sur de Europa».
Como conclusión, Prince considera que el futuro de la investigación pasa por integrar dos áreas de investigación: «el desarrollo cognitivo de los niños y el envejecimiento cerebral».
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27/06/2012