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Científicos estadounidenses investigan las interacciones entre los genes y el ambiente que pueden llevar al autismo, lo cual ayudará a comprender este complejo síndrome de la infancia, según estudios presentados en un foro internacional en Vancouver.
"El autismo es un trastorno muy complejo causado por muchas variables que involucran a cientos de genes", dijo Scott Selleck, un biólogo molecular de la Universidad de Pensilvania (este de Estados Unidos), en la conferencia anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS).
El simposio reunió a unos 8.000 científicos de todas las disciplinas y de varios países, del 16 al 20 de febrero en Vancouver, oeste de Canadá.
"El desafío es identificar las variaciones genéticas importantes relacionadas con esta deficiencia mental, así como los principales factores ambientales, y cómo se relacionan entre sí para provocar el autismo", continuó Selleck.
"Muchos estudios ya revelaron que las duplicaciones o eliminaciones de grupos de genes pueden estar asociados con un mayor riesgo de este síndrome," recordó Selleck.
Explicó que de acuerdo con estas investigaciones, las regiones genómicas afectadas por este fenómeno "serían particularmente sensibles a las sustancias químicas presentes en el ambiente".
"Debemos continuar nuestros esfuerzos en esa dirección para determinar si (estas sustancias químicas) alteran la expresión genética de ciertos sujetos vulnerables en la etapa de desarrollo", dijo, y agregó: "Esta es realmente la gran pregunta".
Otro factor clave es el momento en que esta interacción se produce en el desarrollo del cerebro del niño, destacó el investigador.
Los estudios sobre las células madre neuronales muestran que existen períodos críticos en el desarrollo de estas células cerebrales inmaduras, sobre todo durante su división y cuando se convierten en neuronas o células gliales.
"Es en esos momentos cruciales que el impacto de algunas sustancias químicas podría tener un mayor efecto", enfatizó Selleck.
Los experimentos en ratones realizados por Janine LaSalle, una inmunóloga de la Universidad de California en Davis (oeste), han demostrado que un ignifugante comercial (un producto retardante del fuego) tiene efectos en el desarrollo del cerebro y la función cognitiva de estos animales similares a los de autismo.
Este producto contra el fuego está presente en los equipos electrónicos, las alfombras, los muebles y la ropa de cama.
Para este experimento, LaSalle creó un modelo de ratón genéticamente predispuesto al síndrome de Rett, un trastorno neurológico que afecta a las niñas y está asociado con el autismo.
La investigadora logró determinar si una exposición a este producto contra el fuego, en dosis comparables a las que la población está expuesta, puede provocar síntomas similares.
Los ratones hembra fueron sometidos a esta sustancia antes de su concepción (a través de su madre), en la etapa fetal y durante la lactancia. Luego se les hicieron pruebas en edad adulta para medir los efectos a largo plazo de la sustancia.
Los resultados mostraron que la exposición tenía "un impacto negativo en la sociabilidad, la capacidad de aprendizaje y el crecimiento" de estos animales, dijo LaSalle en Vancouver.
Pat Levitt, un neurocientífico de la Universidad del Sur de California y experto en autismo, demostró por su parte que estar expuesto al benzopireno de los gases de escape de los motores diesel reduce la producción de metionina, una proteína esencial para la comunicación de las neuronas
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30/03/2012