La contaminación atmosférica, incluso a niveles generalmente considerados como seguros por las autoridades, aumenta el riesgo de accidente cerebrovascular en un 34 por ciento, de acuerdo con un informe realizado en el Centro Médico Beth Israel Deaconess (EE.UU.). Pero además, de acuerdo con otra investigación prospectiva, dirigida por un equipo del Centro Médico de la Universidad de Rush (EE.UU.), la exposición crónica a partículas de aire contaminadas puede acelerar el declive cognitivo en los adultos mayores.
Los dos estudios, que se publican en Archives of Internal Medicine confirman algo que ya se sabía, como es el negativo impacto que tiene la contaminación atmosférica sobre la salud humana. En España, se calcula que más del 80% de los españoles respira un aire peor que los índices de protección a la salud recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las consecuencias de esta polución se traducen en 16.000 muertes prematuras anuales en España. Según la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), la contaminación del aire puede reducir la esperanza de vida de los europeos hasta en tres años.
En el primer trabajo se ha analizado la relación entre el riesgo de ictus o accidente cerebrovascular y la exposición a la contaminación atmosférica sobre más 1.700 personas que habían sufrido un accidente cerebrovascular. Los resultados mostraron que la exposición a la contaminación atmosférica se asociaba con un riesgo significativamente mayor de accidentes cerebrovasculares isquémicos cuando el índice de calidad del aire de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) era de color amarillo en vez de verde. (El Índice de Calidad de Aire es una escala muy simple a base de un código de colores que describe la calidad de aire. El rango es de verde, que significa bueno, hasta marrón, el cual quiere decir condiciones de calidad de aire peligrosas).
Los investigadores se han centrado en las partículas PM2.5, que provienen de una variedad de fuentes (centrales eléctricas, fábricas, camiones y automóviles y la quema de madera). Se absorben con facilidad por los pulmones y anteriormente ya se habían asociado con un mayor número de visitas al hospital por enfermedades cardiovasculares, como ataques al corazón.
Más de 1.700 pacientes
Los expertos analizaron los registros médicos de más de 1.700 pacientes que acudieron al hospital por un tratamiento de accidentes cerebrovasculares. Además, han logrado estimar la hora de los primeros síntomas del accidente cerebrovascular ocurrió por primera vez y, al mismo tiempo, los niveles de contaminación a los que habían sido expuesto casi el 90 por ciento de los hogares de los pacientes de sufrieron un ictus. «Creemos -dice Gregory Wellenius, coordinador del trabajo- que este estudio es novedoso, ya que tiene datos muy precisos, tanto de exposición a la contaminación del aire como al diagnóstico del ictus».
El estudio ha sido capaz de calcular que el pico máximo de la exposición a la contaminación se produce 12-14 horas antes del accidente cerebrovascular. Esa información, aseguran, puede ser de gran utilidad a los investigadores que quieren investigar los mecanismos que hacen que las partículas PM2.5 causen un ictus.
La información del informe es muy minuciosa; por ejemplo, muestra que las partículas microscópicas carbonosas y el dióxido de nitrógeno, dos contaminantes asociados con el tráfico, están estrechamente vinculados con el riesgo de accidente cerebrovascular, lo que sugiere que la contaminación de los coches y los camiones pueden ser un grave problema de salud.
Los investigadores calculan que la reducción de la contaminación de las partículas PM2.5 en un 20% podría haber evitado 6.100 de las 184.000 hospitalizaciones por accidentes cerebrovasculares en el noreste EE.UU. en 2007. Además, subrayan, con hay que olvidar que el estudio se ha hecho en Boston, una ciudad con un aire relativamente limpio, con unos niveles de PM2.5 más bajos que los observados en muchos en otras partes del país y, aún así, «encontramos que dentro de estos niveles moderados el riesgo de ictus es mayor en los días con más partículas en el aire».
Deterioro cognitivo
El otro estudio, realizado Universidad de Rush, confirma que las mujeres que estuvieron expuestas a niveles más altos de partículas ambientales, experimentaron una disminución de su funcionamiento cognitivo durante un período de cuatro años -los niveles más altos de exposición, a largo plazo, tanto para las partículas gruesas (PM2.5-10), como para las finas (PM2.5), se asociaron con un mayor declive cognitivo.
Existen varios estudios recientes que analizan la contaminación del aire y la función cognitiva en adultos mayores, pero este es el primero que examina el cambio en la función cognitiva durante un periodo de tiempo, y si el tamaño de las partículas es importante.
El equipo de Jennifer Weuve evaluó la contaminación del aire en relación con el deterioro cognitivo en mujeres mayores, valiéndose de un estudio de que incluyó a 19.409 mujeres estadounidenses, de entre 70 y 81 años, durante un periodo de 14 años. «Nuestro estudio exploró la exposición crónica a la contaminación por partículas del aire en relación con el deterioro del funcionamiento cognitivo en las mujeres mayores- explica Weuve. A diferencia de otros factores que pueden estar implicados en la demencia, como la dieta y la actividad física, la contaminación del aire es algo que podemos cambiar como sociedad, a través de políticas, regulaciones y tecnologías. Por lo tanto, si nuestros resultados se confirman en otras investigaciones, la reducción de la contaminación del aire es un medio potencial para reducir el deterioro cognitivo y la demencia».
http://www.abc.es/salud
15/03/2012