La corteza auditiva izquierda de las personas con dislexia puede ser menos sensible a las modulaciones en frecuencias muy específicas, según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Escuela Normal Superior de París (Francia) y publicado recientemente en 'Cell Press'.
"Nuestros resultados sugieren que la corteza auditiva izquierda de las personas con dislexia puede ser menos sensible a las modulaciones en frecuencias muy específicas que son óptimas para el análisis de los sonidos del habla y demasiado sensibles a las frecuencias más altas, lo que es potencialmente perjudicial para su capacidad de memoria verbal a corto plazo", explica Anne-Lise Giraud, una de las investigadoras a la publicación científica de la que se hace eco la plataforma Sinc.
Así, la anomalía en el proceso de las señales auditivas podría ser uno de los principales síntomas de la dislexia. Giraud y su equipo examinaron si una irregularidad en las primeras etapas del procesamiento auditivo en el cerebro, llamado 'muestreo', está relacionado con la dislexia y se centraron en como en el procesamiento de los fonemas.
"Es ampliamente aceptado que para la mayoría de los niños disléxicos, la principal causa está relacionada con un déficit en el procesamiento de los sonidos del habla", explican los autores.
Dentro de la investigación observaron que el procesamiento cerebral de los ritmos auditivos asociados a los fonemas se vio interrumpido en la corteza auditiva izquierda de los disléxicos y que este déficit estaba correlacionado con las medidas de procesamiento de los sonidos del habla.
Además, los pacientes exhibieron una mayor respuesta a los ritmos de alta frecuencia que, indirectamente, interfieren con la memoria verbal. Es posible que este 'sobremuestreo' pudiera dar lugar a una distorsión de la representación de los sonidos del habla.
"En conjunto, nuestros datos sugieren que la corteza auditiva de las personas con dislexia está menos ajustada a las necesidades específicas del procesamiento de la voz", advierten los investigadores.
http://ecodiario.eleconomista.es
2/02/2012