Para la sociedad, los afectados por el síndrome de asperger son mal educados, huraños y poco sociables, pero la realidad no se corresponde con esta visión tan negativa. Para colaborar con su normalización, sobre todo laboral y escolar, el Instituto Aragonés de Empleo proporciona a la asociación aragonesa de afectados por el síndrome los fondos necesarios para desarrollar su labor de asistencia.

Pilar Arisa, una de las responsables de la agrupación, destaca que las personas afectadas por esta enfermedad suelen tener muy buen rendimiento intelectual, solo que tienen a fallar en la forma de encarar sus relaciones sociales, circunstancia que sin la debida ayuda los imposibilita para desempeñar un trabajo remunerado. Además, se encuentran en un medio muy competitivo al que no están adaptados, lo que provoca su exclusión. Para evitar esta situación la asociación cuenta en Zaragoza y Teruel con psicólogos y trabajadores sociales que se encargar de realizar los acompañamientos a los centros de trabajo, adaptar el entorno en el que se desarrollará la labor del afectado --desde cosas triviales a explicar a los encargados y supervisores las atenciones especiales que tendrán que dispensarles-- y facilitar las relaciones sociales con sus compañeros.

Este proceso se realiza de forma gradual, de forma que cuando el afectado se incorpora a su puesto de trabajo está capacitado para realizar correctamente cualquiera de las labores que se les encomienden. "Las personas con síndrome de asperger llegan a integrarse sin problemas", explica Arisa.

Terapias de grupo

Los talleres que imparten, financiados por el Instituto Aragonés de Empleo, permiten que 113 familias en Zaragoza y 18 en Huesca mejoren su calidad de vida. En ellos, profesionales cualificados imparten materias relacionadas con la orientación laboral y el desarrollo de terapias de grupo a nivel social.

Pero los responsables de la asociación quieren destacar que las ventajas de esta colaboración con el Instituto de Empleo llega mucho más allá. De hecho, no solo se beneficia el afectado de estas iniciativas, pues su entorno también agradece las atenciones. Los compañeros, los familiares, o la gente con la que tratan día a día reciben de buen grado este proyecto de integración.

En distinta situación se encuentran los escolares afectados por el síndrome. Con ellos la agrupación trabaja intensamente para evitar su marginación en las aulas o que su comportamiento sea simplemente calificado de inadecuado. "Al ser un síndrome muy desconocido el integrarse en el aula es muy difícil pues pasan por chicos mal educados con demasiada rigidez en sus estructuras mentales", explica Arisa. Por otro lado, no cabe duda de que con la debida atención y de eso están convencidos sus responsables "tienen mucho que enseñar, ya que atesoran grandes cualidades que no sabemos ver porque siempre tenemos una mirada demasiado negativa ante las situaciones que no comprendemos en su totalidad", concluye.

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11/12/2011