Investigadores del Laboratorio de Audiología de esta casa de estudios desarrollaron un protocolo de registro de información, con el cual realizan por primera vez en el país pruebas electrofisiológicas objetivas para evaluar el progreso de niños hipoacúsicos (sordos), sometidos a cirugía de implante coclear, dispositivo electrónico que permite recuperar la audición.
En México, tres de cada 100 niños que nacen vivos presentan problemas de audición. La mayoría de los menores que sufren hipoacusia utilizan auxiliares auditivos. Sólo cuando el problema es de naturaleza neurosensorial (pérdida auditiva profunda) se requiere de un implante coclear, el cual tiene un costo promedio aproximado de 25 mil dólares.
Las pruebas efectuadas en la UAM, en las que participan médicos del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) y del Centro Nacional de Rehabilitación, consisten en un seguimiento de la actividad eléctrica del cerebro del menor, por medio del cual es posible establecer los avances o limitaciones del implante.
El maestro en Ingeniería Biomédica, Juan Manuel Cornejo, responsable del Laboratorio de Audiología, destacó que este proyecto es innovador, porque actualmente el desempeño de un paciente implantado se evalúa con pruebas clínicas, es decir, la valoración depende de pruebas subjetivas y de la experiencia del médico que las realiza.
Las pruebas subjetivas consisten, por ejemplo, en hablarle al menor y observar qué tanto atiende al llamado y valorar los progresos de la adquisición del lenguaje, ambos aspectos se comparan con los registros obtenidos en anteriores evaluaciones.
Los médicos del INER se encargan de la selección, valoración, cirugía y seguimiento de los niños implantados; los del Instituto de la Comunicación Humana del Centro Nacional de Rehabilitación atienden la aplicación de terapias del lenguaje y el estudio de la evolución de la actividad eléctrica del cerebro por medio de mapeo cerebral, y los académicos de la UAM diseñan y aplican las pruebas auditivas objetivas, con las cuales se obtienen los mapas de la actividad eléctrica y se analizan los datos.
Sobre el diseño de las pruebas auditivas objetivas, la maestra en Ingeniería Biomédica, Norma Castañeda Villa explicó que el grupo de investigación de la UAM desarrolló el protocolo de registro de información, con el cual se mide el tipo y número de estímulos y el tiempo de registro de la señal eléctrica.
Esto se realiza con un equipo de mapeo cerebral instalado en una cámara anecoica (sin eco), la cual forma parte del laboratorio de Audiología, ubicado en la planta baja del edificio T de la Unidad Iztapalapa.
Para conocer la evolución del pequeño se le ubica dentro de la cámara anecoica y se le coloca una gorra con electrodos de electroencefalografía, los cuales captan la actividad eléctrica del cerebro en 32 puntos diferente de su cabeza.
Enseguida, los especialistas activan una bocina que emite diversos sonidos con diferentes intensidades (fuertes y suaves) y frecuencias (agudas y graves), a la vez que un software mapea una imagen de colores que registra la actividad eléctrica del cerebro del niño ante el sonido. Esta actividad eléctrica aumenta conforme avanza la rehabilitación.
Por medio de otro software, que permite observar los resultados en tercera dimensión, se determina en qué zonas del cerebro se origina la actividad eléctrica relacionada con la audición, lo cual es importante para ajustar, en caso necesario, el impante coclear con el fin de mejorar su función.
Si no hay una buena respuesta de los implantes es posible que el INER los modifique, ya que son microcomputadoras reprogramables. Estos dispositivos lo que hacen es enfatizar la voz humana y desplazar a segundo plano todo tipo de sonidos.
Para hacer un seguimiento de este tipo, el niño sólo debe tener el problema auditivo y ningún padecimiento neurológico. Cornejo subrayó que en la actualidad son evaluados 15 menores canalizados por el INER. Hay buenos resultados, ya que se ha avalado el progreso a nivel electrofisiológico de estos niños implantados.
Añadió que los estudios se realizan antes y después de que se efectúe el implante en el niño para establecer los cambios de la actividad eléctrica del cerebro, por lo que los menores acuden cada dos meses.
Fuente:Universia
23/03/2004