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«Hay herramientas contra la dislexia, pero éstas no son los libros de texto»

-¿Cómo intuir que un niño puede ser disléxico?



-Hay que estar atentos a niños muy desmotivados en clase, que escuchan poco, que tienen falta de atención pero que después, en el recreo, son vivos y participativos. A veces confundimos la vagancia con determinados problemas que generan dificultad de aprendizaje. En general, es preciso reflexionar ante casos de niños con capacidades pero a la vez con rendimientos escolares muy bajos.



-¿Qué es la dislexia?



-Es la dificultad para poder leer y escribir con toda corrección. El disléxico no es un niño discapacitado, sino una persona muy normal en sus capacidades pero con un trastorno a nivel neurológico que afecta, entre otras cosas, a su comprensión lectora. Por cierto, afecta mucho más a niños que a niñas.



-Disléxicos e hiperactivos. ¿Hablamos de lo mismo?



-Hablamos de cosas parecidas, son por así decirlo primos hermanos. Sus rendimientos académicos son parecidos, y los tratamientos que se pueden aplicar, también. Hay diferencias, claro, y quizá la más significativa sea que el niño hiperactivo tiene menor control de sí mismo.



-¿Un disléxico lo es para toda la vida?



-Sí, pero tenemos herramientas para poder luchar contra la dislexia. Es como un niño que vea mal: se le ponen gafas y comienza a ver bien. El problema no siempre está en el salto de letras, sino en dificultades de orden, de memoria inmediata, de atenciones cortas... Y todo ello, si no se ponen remedios, desemboca en falta de autoestima y, en último término, en fracaso escolar.



María Pàrraga es directora de la Fundación que regentaba hasta la fecha el único colegio para disléxicos que hay en España, en Barcelona: El Brot. Este curso abre otro en Madrid y quiere que la tercera se ubique en Asturias. Maestra y pedagoga, lleva toda una vida profesional sensibilizando, informando y formando a profesionales de la enseñanza que puedan atender a niños de estas características. El pasado año le fue concedida la creu de Sant Jordi (cruz de San Jorge), como reconocimiento oficial a su trayectoria y labor pedagógicas.



-¿Hay estadísticas?



-Nos movemos más con estadísticas de otros países. Se calcula que un diez por ciento de los niños que fracasan en sus estudios son disléxicos. Hay una circunstancia que tener en cuenta, y es que el niño disléxico puede pasar desapercibido porque cuenta con recursos y estrategias para enmascarar la situación. Y lo hace tanto como puede.



-¿En qué momento se puede realizar un diagnóstico?



-Entre los 3 y los 4 años percibimos que hay niños en franja de riesgo. El parvulario es el momento clave, y nuestras investigaciones en cinco centros de Infantil nos indican que un diagnóstico más o menos definitivo sobre la dislexia se produce en torno a 3.º de Primaria, sobre los 8 o 9 años.



-¿Cuáles son las líneas maestras para trabajar con este tipo de escolares?



-Se trata de dar herramientas que no sean el clásico libro de texto. Hay que cambiar el método con fórmulas que motiven y estimulen. El aula está en todas partes.



-¿Y está en condiciones el sistema educativo español de hacer frente al problema?



-Estoy convencida de que hay voluntad de hacerlo, pero no se atiende debidamente. Te sorprende encontrar profesores que aún ignoran lo que es la dislexia. Este tipo de niños puede descolocar al maestro: no atienden en clase pero llegan con los deberes perfectamente hechos. La tentación es preguntarles de dónde los copió.



-¿Vale el sistema educativo en general?



-Diríamos que con otro sistema no habría tanto fracaso escolar. Hay otras maneras de aprender.



-¿La escuela inclusiva?



-La idea nos gusta a todos, pero en la práctica las cosas no son tan fáciles. La escuela inclusiva tiene sus límites.



-¿Leer más tarde de lo habitual puede ser síntoma de dislexia?



-Un niño comienza a enlazar la lectura entre los 6 y los 7 años. A mí me parece un disparate que se empiecen a enseñar letras y números a los 3 años.



-Ésa puede ser una forma de jugar.



-Hay otras. A veces se olvidan los procesos de desarrollo psicomotor. Si juego con la Naturaleza probablemente esté aprendiendo Matemáticas. Los niños tienen que jugar, que escuchar cuentos... y a partir de los 5 años se producirá el milagro: en tres meses aprende a leer y escribir. Precipitar lectura y escritura no lleva a ningún sitio. Es el niño quien lo pide; y si llega a los 7 años y no lo pide, se lo damos.



http://www.lne.es
5/12/2011

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