La apatía, entendida como falta de motivación, es un síntoma común entre las personas que padecen la enfermedad de Alzheimer. Entre el 40% y el 70% de los afectados suelen presentar este rasgo definido por una falta de iniciativa que frena su participación en los procesos de rehabilitación que pueden contener el avance de la patología.

Combatir esa apatía es posible. Un estudio pionero realizado con 146 usuarios de varias residencias y centros de día de Burgos demuestra científicamente la eficacia de técnicas de terapia ocupacional en el tratamiento de este síntoma. Tal es el interés del resultado obtenido que la revista norteamericana Alzheimer disease and associated disorders incluía un artículo sobre ello en su último número. Se trata de la segunda publicación más relevante del mundo sobre demencias.

El equipo responsable de esta investigación exponía ayer en las dependencias del centro residencial Jardín, ubicado en Tardajos, los detalles del proceso y las conclusiones obtenidas.

Así, Mateo Díez, neurólogo de estas instalaciones en las que se centralizaba un estudio en el que también participaban afectados de las residencias Tomillares, Los Jazmines, El Amanecer, el centro público de la Junta de Castilla y León de Fuentes Blancas y los dos centros de día de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de Burgos, destacó la importancia de constatar que la estimulación cognitiva que proporcionan diversas terapias, «en especial la musicoterapia», tiene efectos similares al tratamiento farmacológico en los enfermos.

«El interés que demuestran los pacientes tras iniciar este proceso aumenta notablemente, mejorando su participación y también su relación con el entorno, especialmente con los familiares», relató.

Las técnicas utilizadas en el estudio fueron musicoterapia -a partir de canciones tan conocidas como Campanera de Joselito, cuya letra incluso aparece en el artículo publicado en la revista norteamericana-, arteterapia y psicomotricidad.

La primera de las tres se mostró especialmente eficaz porque no requiere excesiva disposición del paciente. «Es una terapia pasiva que permite 'arrastrar' al afectado con más facilidad», indicó el especialista.

Además de la evidente mejora en la calidad de vida de los enfermos de Alzheimer y otras demencias, el estudio «aporta un marchamo científico a la terapia ocupacional, lo que es un refuerzo importante para esta disciplina», consideraba Díez. «Los resultados avalan la eficacia del trabajo de los profesionales que llevan a cabo estas técnicas. Todo hace pensar que se generalizarán en todos los centros de atención a estos pacientes», añadió.

Por su parte, Jerónimo González, profesor del grado de Terapia Ocupacional de la Universidad de Burgos, desmenuzó las técnicas utilizadas en el estudio: «Se realizaron 20 sesiones de una hora diaria en las que se alternaban musicoterapia con instrumentos, bailes y canciones tradicionales, arteterapia dirigida a romper la apatía a través de la pintura y psicomotricidad con paraguas, pelotas y otros utensilios».

González subrayó que además de detectar una clara mejoría en aquellos pacientes que recibían terapia «se comprobó que los que no lo hacían empeoraban».

Al respecto, Díez apuntó que, en teoría, estas actividades mantienen en funcionamiento determinadas conexiones neuronales lo que «retrasaría el avance de la enfermedad y el deterioro que conlleva».

Sobre la apatía

La falta de impulso para iniciar la acción, la atención errática y una conducta desorganizada son componentes del trastorno apático. Esta actitud además de interferir en los procedimientos de rehabilitación por la falta de colaboración que implica, «incrementa la carga de trabajo de la familia y los cuidadores», precisa el estudio en el capítulo de antecedentes, donde también se subraya que «en la actualidad no existen fármacos útiles para la apatía». En este sentido, el neurólogo Mateo Díez insistió en diferenciarla de la depresión, para la que sí existe tratamiento farmacológico.

Junto a Díez y González han trabajado, coordinados por el especialista Julio Ferrero, profesionales de distintas disciplinas. A la presentación de los resultados acudieron el neurólogo del Complejo Asistencial de Burgos, Miguel Goñi, el médico de la residencia de ancianos de la Diputación Provincial de Burgos, Álvaro Da Silva y el psicólogo y profesor de la Universidad de Burgos, Fernando Lara. En representación de Cajacírculo, entidad que colaboró con la investigación, intervino Emilio de Domingo, responsable de la Obra Social

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15/11/2011