Comenzado el año nuevo, ya se empieza a hablar de recortes en los presupuestos de Educación, pero también se habla de optimizar los recursos y mejorar la calidad de la educación en todas las etapas. Se habla poco de Educación Infantil y nos parece buen momento para reflexionar sobre lo que es y lo que implica esta primera etapa del sistema educativo. Nosotras, conocedoras de este tema y fuertemente implicadas desde el punto de vista profesional, poseemos la perspectiva de llevar trabajando e investigando en este campo desde 1982 y queremos, como siempre hemos hecho, promover el interés social con varias reflexiones sobre lo que es y lo que implica la Educación Infantil.
En estos últimos 25 años, los científicos pedagogos y psicólogos especializados en la infancia -Wallon, Piaget, Gagne, Spitz y Gardner, entre otros- han avalado con sus teorías los principios que veníamos observando los educadores de Infantil: una buena base educativa desde los primeros meses de vida marcará o, es más, comprometerá su futura personalidad.
«La primera infancia es una edad delicada que se caracteriza por la rapidez de la evolución física, cognitiva, lingüística, social y afectiva. El desarrollo cerebral es importante y decisivo antes de los 7 años y especialmente durante los tres primeros años de vida, cuando se forman (o no) conexiones neuronales importantes. Los primeros años determinan pautas de salud, aprendizaje y comportamiento que pueden durar toda la vida (Documento Conceptual de la UNESCO).
A partir de este planteamiento, los políticos de la educación deberían ver en esta etapa la solución para muchos de los problemas que se plantean en niveles posteriores. Es decir, deberían considerar esta etapa inicial como vital para el futuro, teniendo el convencimiento de que es imprescindible para enderezar el maltrecho sistema educativo: empezar construyendo desde cero.
Ha costado mucho asumir esta etapa como educativa, debatiendo si es asistencial o si educativa, deshojando una margarita que no ha hecho más que dilatar en el tiempo las decisiones. En La Rioja, durante muchos años hemos dependido de Servicios Sociales y en estos momentos las guarderías todavía están en fase de transferirse a la Consejería de Educación. Además, se ha dejado a merced de las decisiones de cada comunidad autónoma, sin un criterio único y claro para todo el país.
Hasta el momento, se considera que el niño ha estado jugando, riendo, pasándolo bien en la guardería y a los 3 años viene «lo serio». Habría que acabar con esa dicotomía que crea los dos ciclos, unificar criterios, recuperar esa etapa de 0 a 6 años y conservar el carácter de nuestros centros: lúdico pero nunca vacío de contenidos, de experiencias, de conocimientos. No es tarde para la reflexión incluso, si apuramos, podríamos hacerlo en términos de rentabilidad económica. ¿No sería muchísimo mejor empezar a construir una base sólida desde el principio, armando a nuestros niños con un buen equipaje de valores, de conocimientos de la naturaleza, de autonomía, de hábitos saludables de alimentación... que durante 6 años pudieran conocer, asimilar e incorporar a su persona en construcción? ¿Qué ocurrirá a los 6 años? nos podemos preguntar y, sin ser adivinos, sabemos que evitaríamos muchos conflictos que, si no se interviene a tiempo, se enquistan y derivan en los tan habituales fracasos escolares.
En nuestras manos de educadores y gestores de educación está el empezar bien esta construcción, la labor de detección y prevención de problemas sobre todo pequeños que, con una actuación determinada, se pueden solucionar, la tan famosa: estimulación temprana.
Hasta aquí, que parece solo teoría, podemos estar de acuerdo, pero cómo se puede concretar cuál es la praxis que tiene que acompañar a toda buena hipótesis. Tenemos que transmitir a los padres la labor educativa de calidad que estamos realizando en algunos centros con sus hijos; en nuestro caso, desde hace más de 25 años, armándoles física y psicológicamente para desarrollar su propia personalidad y vivir en sociedad. Pero son los padres los que tienen que definir lo que realmente desean para sus hijos a estas tempranas edades. Los padres son, por lo tanto , los gestores de la educación de sus hijos, pero para tomar una decisión se plantean otro punto crucial: la cuestión económica.
En este sentido, el apoyo de las instituciones a las familias es necesario para prevenir desigualdades. Así, consideramos acertadas las chiquibecas que concede el Ayuntamiento de Logroño. Como acertado es que el Gobierno de La Rioja asuma, legisle y supervise la atención educativa en ese tramo de edad. Por un lado, porque adaptarse a la LOE es de obligado cumplimiento y, por otro porque los efectos positivos de la Atención y Educación de la Primera Infancia, AEPI, en la participación y los resultados en la enseñanza primaria y en los niveles ulteriores, están ampliamente documentados (Arnold, 2004; Mustard, 2005; Young, 2002, 2007). La AEPI puede preparar para la escolaridad, elevar la autoestima y mejorar la voluntad de aprender (mayor motivación para aprender y descubrir).
Para llegar a un consenso beneficioso para la educación de los niños más pequeños de nuestra región es primordial que todos los sectores implicados -administración, representantes de los trabajadores, directores de los centros de educación infantil- establezcan una mesa de diálogo, consensuando todas las opiniones y estableciendo unas directrices y acuerdos para conseguir la calidad en dichos centros que los niños de La Rioja merecen.
Reflexionemos sobre estas palabras del psicólogo infantil Tonucci: «Creo que un buen sistema para conocer el nivel cultural y de democracia de un país es observar la calidad de sus escuelas infantiles».
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15/03/2011