"Uno de cada mil niños en Cuba nace con malformaciones de labio y paladar", asegura Julio Valcácer, maxilofacial del capitalino hospital pediátrico Willian Soler.
Según el experto, hace apenas un quinquenio se señalaba a los agentes teratógenos: ansiolíticos y anticonceptivos como sus causas, aunque no estaban bien definidas.
"La mayoría de los casos que llegan a nuestro servicio presenta malformaciones asociadas: labiales, urogenitales, ortopédicas, oftálmicas, deformaciones en orejas y -casi el 55 por ciento- cardiovasculares".
Estudios de una década en la institución registran que en este tipo de pacientes las malformaciones más frecuentes son las fisuras labiales unilaterales izquierdas.
"En el caso del paladar abierto, el 85,7 por ciento de los tratados la presentan completa unilateral del mismo lado. Como datos curiosos: el 58,3 por ciento pertenece al sexo masculino, el color de la piel es blanco en el 66,7 por ciento y el 85,4 es de procedencia urbana", detalla Valcárcel.
La edad promedio paterna oscila entre 30 y 34 años, mientras las madres tienen de 25 a 29. Para el 33 por ciento de ellas representa su segundo embarazo y el segundo bebé en el 39 por ciento.
Los pacientes atendidos en el William Soler comienzan el tratamiento antes de los 90 días posteriores al nacimiento. Al 71 por ciento se les realiza la queiloplastia (cirugía del labio) durante los primeros seis meses de vida, mientras el 96 por ciento cierran su paladar alrededor de los dos años.
La queiloplastia y la palatorrafia, cirugía del paladar, se aplican en los servicios de máxilofacial de varios hospitales pediátricos del país.
Ambas requieren de un período de preparación, pues las alteraciones dentales son características de estas malformaciones.
El tratamiento ortodóncico contribuye a corregir la posición de los segmentos maxilares, ayuda en la alimentación del niño y mejora la estructura del paladar.
El uso de prótesis dental, con un tornillo móvil en su centro, crea un falso sellaje entre la boca y las fosas nasales, y alinea el nivel del hueso de la encía superior, lo que facilita la práctica de la cirugía del labio.
Plantea el especialista que existen diversas técnicas, que varían en dependencia del tipo de fisura. La más usada por ellos es la de Millard, mientras en el paladar emplean la de Kilnner- Wardill.
Las operaciones tienen un tiempo de duración de alrededor de hora y media (para el labio, que incluye la cirugía funcional de sus músculos) y dos, para el paladar.
Aunque no resulta visible, la fisura palatina es la que más afecta el desenvolvimiento del bebé, pues a través de ella pueden pasar los alimentos hacia las fosas nasales, lo cual pone en peligro su vida.
"Con su intervención se reposicionan los músculos del paladar blando y retroposiciona el duro para evitar la insuficiencia velo-faringea. Un paladar mal operado puede implicar secuelas en el desarrollo del lenguaje", explica.
Durante la articulación y pronunciación de palabras, el velo se desplaza hacia atrás y arriba, mientras la pared posterior de la laringe lo hace hacia delante y las laterales hacia el centro, a fin de impedir el escape de aire por las fosas nasales, malformación que se corrige casi en su totalidad con la Palatorrafia.
Un niño nacido con esta malformación puede llegar a hablar como cualquier otro, incluso, muchos pierden por completo la nasalidad.
En casi todas las instituciones cubanas de este tipo existe un departamento de Logopedia y Foniatría, que trabaja de conjunto con el de máxilofacial.
Además, Cuba acomete un Programa de Estimulación Temprana, donde los infantes con retardo o alteraciones en el desarrollo del lenguaje tienen su espacio.
En cada municipio del país funciona un Centro de Diagnóstico y Orientación (CDO) vinculado a los círculos infantiles y escuelas del área, que se encarga de supervisar el desarrollo de los niños con problemas.
En Cuba existen siete escuelas para niños con trastornos severos del lenguaje, donde los pequeños disponen de una atención especializada y esmerada.
Fuente:Radio Rebelde
19/12/2003