Para Carlton Davis, la palabra la siempre parecía como al. Solía tener problemas en la escuela, y en una ocasión, en la universidad, lanzó una máquina de escribir desde un cuarto piso porque volvió a cometer el mismo error: al.
A Abby Schwartz esto le suena familiar. Ella suele confundir las letras d y b, aunque algunas palabras no tengan ningún sentido. Pero todo ha mejorado, a pesar de que en ocasiones sigue cometiendo el mismo error entre la b y la d y el 5 y el 2. Davis, ahora de 62 años, también confunde los dígitos de los números telefónicos.
"Era lenta para leer. No lo disfrutaba y me perdía en las líneas", dice Abby, de 13 años, habitante de Lexington, Massachusetts. "En ocasiones me gritaba a mí misma que no podía hacer esto".
Abby y Davis, al igual que entre el 5 y el 20% de la población, han luchado contra la dislexia, una condición que, en general, disminuye la capacidad de las personas para interpretar el lenguaje.
Recientemente, científicos han avanzado en el entendimiento de lo que ocurre en el cerebro de una persona con dislexia, algo que no se había entendido bien antes. Ahora los investigadores sugieren que puede ser posible decir, a partir de un encefalograma, si la capacidad de lectura de un niño disléxico podrá mejorar en algunos años. Esto va de la mano de la tendencia general de la medicina personalizada, en donde una prueba genética, un encefalograma y otras pruebas pueden ayudar a predecir las condiciones de riesgo de un individuo en particular.
Otro estudio descubrió que algunas personas disléxicas podrían tener un mejor entendimiento del espacio, a pesar del impedimento lingüístico.
En la dislexia, también llamada desorden del desarrollo de lectura, el cerebro no reconoce ni procesa símbolos apropiadamente. Los niños con esta condición podrían tener problemas de comprensión de lectura porque no conectan sonidos con letras y no pueden reconocer palabras apropiadamente. Algunas celebridades, como Whoopi Goldberg, Cher y Henry Winkler (El Fonz) han hecho público su padecimiento de dislexia, y se dice que otros grandes artistas, como Picasso, lo padecían.
Algunos niños con este desorden pueden compensar o leer con cierta normalidad, pero quizás más lento que sus compañeros una vez que son adultos. Es difícil saber quién logrará mejorar sus habilidades de lectura con el tiempo, y cuánta ayuda extra será necesaria.
Un estudio encabezado por Fumiko Hoeft, investigadora psiquiátrica de la Facultad de Medicina de Stanford, empleaba imagenología cerebral para responder esta duda. Su estudio dio seguimiento a 25 niños con dislexia y 20 niños sin dislexia durante un periodo de dos años y medio. Los investigadores descubrieron una mayor activación y conectividad en el hemisferio derecho del cerebro entre los niños disléxicos que mostraron mejorías de lectura importantes después del plazo de dos años y medio. Emplearon resonancias magnéticas funcionales para estudiar este fenómeno.
En general, gran parte de la comprensión y procesamiento del lenguaje que ocurre en el cerebro se da en el hemisferio izquierdo, pero también participa el hemisferio derecho. El estudio de Hoeft sugiere que la gente con dislexia que puede leer con normalidad usa una parte del hemisferio derecho para leer, más que cualquier persona promedio.
Si fuera disponible para todos, este tipo de estudios sería un complemento importante en las evaluaciones basadas en la lectura y el comportamiento, a las que ya se puede recurrir para diagnosticar la dislexia, dice Hoeft. Mientras el uso de resonancias magnéticas funcionales se vuelve cada vez más útil y común, el costo por escaneo disminuiría.
La psicóloga Rebecca Branstetter, autora de uno de los blogs de Notes from the School Psychologist, dice que este estudio cerebral para la dislexia podría ofrecer información útil, pero no subraya factores ambientales, como la calidad de la instrucción en las aulas del niño, algo que podría contribuir a los problemas de lectura.
El padre de Abby, Edward Schwartz, teme que esta herramienta sume más ansiedad en torno al proceso de las pruebas. El potencial de alarmar a un niño no vale la pena y él no confía en que este método ofrezca información definitiva.
"Los niños son mucho más propensos a sentir que están descompuestos de cierto modo", dice Schwartz. A Abby "no le gustaba que se refirieran a ella como la que padecía el 'problema de aprendizaje'. Ella estaba feliz cuando la gente le ofrecía formas alternativas de ver el problema".
Guillermo Tilley, padre de Nate, de siete años y que padece dislexia, tampoco quiere que su hijo se someta a la resonancia. "Afectaría mi interpretación de quién es Nate y de su lucha contra la dislexia", dice Tilley.
Claro que los resultados del estudio sólo son preliminares. Entre los participantes se encuentran 25 niños con dislexia y 20 niños sin dislexia, una muestra muy pequeña para comprobar algo, aunque sigue siendo respetable en torno a los estudios de neuro-imagenología. Otra limitante importante del estudio es que algunos niños recibieron clases particulares de lectura que no fueron asignadas de forma aleatoria. Una prueba más amplia que controlaba los remedios podría ofrecer resultados más precisos, pero este estudio descubrió que recibir un remedio no parecía afectar la mejoría en las capacidades de lectura.
Otro descubrimiento en torno a la dislexia es que los hombres con esta condición podrían haber mejorado sus habilidades visual-espaciales, según un estudio publicado en el diario Learning and Individual Differences. Se trata de otro estudio pequeño (20 voluntarios disléxicos y 21 participantes sin la condición) que puso a prueba la forma en la que la gente identifica formas, navega en un ambiente virtual y realiza otras tareas que involucran el razonamiento espacial.
Davis, arquitecto y escritor que reside en la zona de Los Ángeles, cree que él entra en esta categoría. Las matemáticas puras no son su fuerte, pero es bueno en cualquier cosa que involucre relaciones y diseños espaciales.
Este tipo de habilidades podrían ser aprovechadas en la escuela, dijo Wendy Weiner, directora de la Preparatoria Conservatorio Davie, especializada en artes, en el estado de Florida. Weiner también es madre de un niño disléxico.
"Si pueden crear proyectos, es decir, en vez de hacer un dibujo de una habitación, pueden crear un modelo de la habitación, generalmente lo harán a escala porque pueden visualizar las cosas claramente", dijo.
Debido a esto, las letras y los números tridimensionales, quizás hechos de plástico o de plastilina, podrían ayudar a que un niño disléxico entienda mejor las formas. Tener un 7 en tu mano disminuye las posibilidades de que lo confundas con una V, dijo.
La intervención más importante es la enseñanza directa y explícita de significados y significantes, o la forma en la que los símbolos corresponden a los sonidos, dijo Branstetter. Cuánto más pronto pueda ser detectado, mejor. La personalidad de un niño también puede ser un factor a considerar: algunos persisten mejor que otros a pesar de la frustración. Los padres deberían hablar con los psicólogos de las escuelas de sus hijos para ingeniar el mejor plan de acción, dijo.
Para Abby, un momento parteaguas llegó a sus nueve años de edad, cuando comenzó a leer vorazmente. Hoy en día lee por encima del nivel de una niña de séptimo año. Tenía buenos tutores y mucho apoyo de sus padres, pero también necesitó confiar en ella misma para lograr leer por su cuenta, dice.
En cuanto a Davis, él nunca escuchó sobre la dislexia hasta que un amigo se lo mencionó, cuando él tenía 34 años. Asistió a un centro de desarrollo de capacitación de aprendizaje; con ayuda de computadoras ha mejorado mucho, sobre todo en la revisión ortográfica.
"Conozco a mucha gente que tiene problemas de lectura, al igual que yo los tenía cuando era niño, y estas personas son disléxicas", dice. "Es un problema que ciertamente frena a muchos niños, debido a su incapacidad de realizar ciertas tareas".
CNNMexico
11/01/2011