Víctor Díaz, el conocido niño de Iloca que contó la historia de su escuela tras el terremoto que afectó a la zona centro sur, no imaginó que un error semántico provocaría la notoriedad que lo hizo conocido y que su inocente frase: "zafrada" le provocaría la burla y la distinción de su comunidad.
Y aunque él reclamó y se tomaron medidas para evitar el descrédito, ello no siempre ocurre con otros menores con trastornos del aprendizaje, situación que en Antofagasta pretende revertir la Universidad Central tras la creación del Primer Centro de Diagnóstico y Tratamiento de Trastornos del Aprendizaje Escolar, iniciativa que busca intervenir a menores con estos problemas para fortalecer a temprana edad su desarrollo educativo social.
A cargo de la profesora en educación diferencial y especialista en trastornos del aprendizaje y trastornos del lenguaje y la comunicación, María Pía Guzmán, el proyecto comenzó este mes y a diferencia de otras opciones ofrece apoyo multidisciplinario, por cuanto, se reconoce que los trastornos del aprendizaje escolar son inhabilidades asociadas al desarrollo del lenguaje y la comunicación.
Por tanto, recalca Guzmán, es necesario que este trabajo sea dirigido por distintos profesionales especialistas como psicólogo, neuropsicólogo, fonoaudiólogo y educadoras diferenciales especialistas en trastornos del aprendizaje y desarrollo del lenguaje y la comunicación, a objeto de poder detectar en forma precoz y certera los problemas que pueda presentar un menor.
¿Y cuáles son éstos?
Los trastornos del aprendizaje escolar son desórdenes en uno o más de los procesos sicológicos básicos de un menor, que involucran la comprensión o uso del lenguaje, hablado o escrito, que se manifiesta en una "habilidad imperfecta" para pensar, escuchar, hablar, leer, escribir, deletrear o realizar cálculos matemáticos, y que interfieren en la capacidad de lograr aprendizaje.
Entre los principales trastornos se encuentra la disgrafía, trastorno de la escritura que afecta la forma y significado; la discalculia, cuando registran problemas en las habilidades matemáticas; y la dislexia, que es cuando un niño presenta problemas para aprender a leer; entre otros.
Tal como le ocurrió a Víctor Díaz. "Estos desórdenes afectan la habilidad para almacenar, procesar o producir la información deseada, lo que se traduce en dificultades en el lenguaje y la comunicación" afirma Guzmán, quien estima que resulta vital entregar apoyo a los menores apenas sus profesores y/o padres detecten que se registran problemas en el aprendizaje.
Ello debido a que no intervenirlos puede ocasionar consecuencias insospechadas: baja autoestima, aislamiento, burlas constantes, bajo rendimiento escolar, timidez, inhibición de habilidades y competencias, repitencia, rechazo al modelo educacional e incluso deserción del sistema escolar.
"Se quedan atrás"
Sin embargo, es posible actuar, pues el perfil de los menores con trastornos del aprendizaje es fácilmente detectable, indica la especialista, quien señala que los mismos padres o familiares pueden percatarse de ello.
En general son menores con un desarrollo de lenguaje más lento, con dificultades de orientación espacial y temporal, con deficiencias en la coordinación motriz, que pueden pasar por niños "torpes", inseguros, con baja autoestima y que en general tienen un desarrollo tardío para hablar y caminar.
Se reconocen como aquellos niños que "se quedan atrás", que les cuesta seguir instrucciones, que tienen dificultades para expresar sus ideas, participar en debate, entablar una conversación y con una característica particular: se distraen con facilidad
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2/08/2010