La rueda, la máquina de vapor... La voz artificial genera hoy una de las mayores transformaciones de la Historia. Con su aplicación, el mapa económico dará un giro de 180 grados.
¿Qué ha ocurrido con ese hueso de la Fonética, la asignatura que en los años ochenta quedaba siempre relegada a un aula nada confortable en las Facultades de Filología? De ser considerada como un apéndice de los estudios de Humanidades, «esa cosa» que estudiaban cuatro locos de las grabaciones de vocales y consonantes mientras otros dedicaban su tiempo a la lectura de los clásicos o al estudio de los novelistas de fama, se ha convertido de la noche a la mañana en punta de lanza de la investigación tecnológica. Hablamos de las Ciencias Fonéticas, que estudian la voz humana desde distintos ámbitos del saber.
Al Congreso Internacional que la pasada semana se celebró en Barcelona asistieron cerca de mil participantes y la cifra se habría superado con creces de no ser por el impacto del SARS. Son profesionales e investigadores procedentes de la Ingeniería, la Lingüística, la Medicina y la Inteligencia Artificial. «Cada vez más -afirma la vicepresidenta del congreso, Maria-Josep Solé- nuestros estudios son multidisciplinares: los físicos expertos en acústica desconocen las normas de la retórica y los logopedas acuden a un informático para que cree un programa adecuado a su estudio. Las parcelas de trabajo han desaparecido, aunque como es lógico, cada uno sigue su línea de investigación».
El Congreso trató áreas como la interacción del hombre con la máquina. No consiste sólo en que podamos fabricar una cabeza parlante (los «talking heads») que se limite a hablar, sino también que comprenda lo que le manifiesta un ser humano. Para llegar a este proceso, los investigadores segmentan los sonidos, registran las palabras claves de una conversación e introducen estos conocimientos en un proceso que permite afrontar diálogos de infinitas respuestas posibles.
El proceso actual suele ceñirse a respuestas estandarizadas: la habitual contestación robótica de una centralita que solicita al usuario «pronuncie el nombre de la persona requerida» o que diga «alto y claro el número de extensión con el que desea conectar», por ejemplo. El paso siguiente consiste en que los fonetistas lleguen a fabricar un proceso que consiga establecer un diálogo completo en torno a ciertos temas. De esta manera, podría implantarse un servicio de voz sintetizada en agencias de viajes, estaciones de trenes y autobuses, aeropuertos, oficinas de información de instituciones, atención al usuario en empresas privadas, encargos de compra o venta a domicilio...
En cuanto se logre perfeccionar este sistema de interacción entre el hombre y la máquina, el impacto social podría comportar una revolución de dimensiones extraordinarias. ¿Se imaginan cuántos trabajos que hasta ahora efectúa una persona podrán ser sustituidos por una máquina? En el sector servicios, que ocupa un porcentaje muy elevado de la estructura económica occidental, la repercusión será dramática o no según se implante de forma más o menos agresiva, pero en cualquier caso supone la desaparición de todos los puestos de trabajo en los que se desempeña una labor repetitiva, sea o no capaz de respuestas infinitas: la máquina alcanzará indefectiblemente al hombre. No es una apreciación frívola: es el balance que arrojan los datos prospectivos de este Congreso.
Enfermedades neurológicas
Otro de los grandes retos de las Ciencias Fonéticas mira a la franja de población que supera los 65 años de edad en todo el mundo. Cada vez la esperanza de vida es mayor, con lo que se ha producido un incremento de enfermos que padecen pérdida de audición y trastornos en el habla.
Los fonetistas han visto en esas circunstancias un ámbito de trabajo en favor de la sociedad. Del mismo modo, Maria-Josep Solé señala que «hay aportaciones muy positivas con respecto a la población infantil». Asegura que «gracias al estudio de la voz se puede afinar más en los diagnósticos para la mayoría de casos de niños con problemas neurológicos. En el pasado se consideraba de forma marginal cualquier problema de expresión pero hoy vemos que gracias a las Ciencias Fonéticas se detectan problemas sociales o familiares y a partir de ahí es más fácil resolverlos». Los datos que puede arrojar una sencilla hoja cuadriculada con aspecto de «electrocardiograma» de las cuerdas vocales, puede a veces ser decisivo para un enfermo que acude al siquiatra, al logopeda o al juez.
El Congreso de Barcelona, en este sentido, reúne a más de treinta expertos mundiales en la materia y hasta tal punto es científicamente probado su grado de éxito que Solé asegura: «No va a pasar mucho tiempo hasta que el estudio de la voz pueda llegar a tomarse como prueba concluyente ante un tribunal». De este modo, se superará la fase actual, en la que la Fonética Forense puede ayudar a la Administración de Justicia como ciencia auxiliar, al igual que lo hace la Grafología. Son, por el momento, pruebas periciales que en un corto espacio de tiempo darán más y más guerra a quienes pretender vivir al margen de la ley.
Hombre rico, hombre pobre
La Sociofonética es, con todo, una de las ramas que más se están desarrollando en estos momentos. No se trata de pensar en el Gran Hermano del que alertó en su momento George Orwell. No será necesario que nadie nos esté observando, porque será nuestra propia voz la que hable de nosotros. Los científicos de esta disciplina explican que se trabaja en la catalogación de las personas y de las voces de tal manera que, a través de su expresión oral, pueda determinarse su extracción social, su sexo o su estado emocional.
La clasificación será automática y no mediará la intervención de persona alguna. ¿Ayudará a los guardias de seguridad a reconocer al individuo que acaba de presentarse ante ellos? ¿Sustituirá a los porteros de discotecas o clubes de elite al poder detectar si se trata de un «no deseado»? ¿Será aplicable a los bancos para que puedan hacer uso de esta información sobre sus clientes antes de decidir si les aprueban un crédito o no?
¿Gay de nacimiento?
El estudio no acaba aquí. Maria-Josep Solé asegura que un grupo de sociofonetistas ha comenzado a estudiar la voz de los homosexuales para determinar sus peculiaridades. Es cuestión de aproximarse al grupo gay para observar en qué casos las particularidades proceden de una característica de nacimiento o en qué personas de este grupo se trata de un elemento adquirido a posteriori, a partir de algunos hábitos de comportamiento que generan variaciones en la entonación o en la pronunciación de algunas consonantes.
Por la ciudad de Barcelona pasan estos días los mayores conocedores del sonido que son capaces de generar las cuerdas vocales. Van a tener que emplearlas para un fin muy concreto: algo tan sencillo como ponerse de acuerdo y unificar el vocabulario entre las diferentes disciplinas. No vaya a ser que, como dice el refrán, en casa del herrero, cuchillo de palo. O que, en el próximo Congreso Internacional, ya hayan sido reemplazados por las «cabezas parlantes».
Fuente:ABC
19/08/2003