Los equipos de rehabilitación ayudan tanto a las personas que adquieren esta dolencia irreversible como a su entorno más próximo

El daño cerebral sobrevenido aparece de manera abrupta y casual en la vida de las personas como consecuencia de un accidente ó traumatismo. En esos momentos, la persona y su familia queda inundada de gran incertidumbre. Al principio la familia desconoce el proceso de lo que está ocurriendo y lo que implica. La desvinculación del entorno que conlleva es enorme, es un cambio importante en sus vidas y como todo cambio conlleva adaptación, una redefinición de los roles familiares y sociales que había desempeñado cada uno de los miembros hasta el momento de la lesión. Esta adaptación va a ser difícil sobre todo en los primeros momentos del proceso, por esto, es importante la pronta intervención del equipo de rehabilitación, tanto con el paciente como con la familia.

Las secuelas del daño cerebral necesitan intervención temprana puesto que son los primeros momentos los más importantes en la rehabilitación, además, estas secuelas suelen ir relacionadas con un sentimiento de incapacidad que siente el paciente y el aislamiento social al que se ve sometido, además de las propias modificaciones que provienen directamente del Dd cerebral.

Una de las consecuencias del daño cerebral son los problemas de conducta que normalmente no se resuelven solos. Si no actuamos sobre ellos suelen ir a más. Para tratar las alteraciones del comportamiento hay que modificar la conducta y un aspecto fundamental de esto es el aprendizaje, puesto que aprender es cambiar el comportamiento. Existen diversos métodos como la concepción conductista centrada en el estudio de las dimensiones emocionales y motivacionales de la conducta observable y los mecanismos a través de los cuales se produce todo tipo de aprendizaje como trabajar sobre reacciones emocionales que quedan asociadas a las situaciones, objetos o personas y que hacen menos o más agradables las situaciones de convivencia o las situaciones de tratamiento. La utilidad potencial de este mecanismo es asociar sentimientos agradables a la situación de tratamiento, a la relación con los profesionales, a la situación familiar,...etc, cuidando el ambiente, cuidando nuestro tono de voz, las instalaciones,...etc. Y por otro lado, eliminar reacciones emocionales condicionadas de tipo negativo.

Por otro lado, está la familia, que tiene que asumir su nueva situación, en muchos casos de cuidadora, y además cambiar sus vidas en función de lo que está ocurriendo. Se da poca conciencia de enfermedad, en muchas ocasiones hasta pasado un tiempo no se asume que las cosas difícilmente serán como antes. Lo abrupto de la aparición del daño cerebral sobrevenido y el enfrentarse a las secuelas de tu familiar más cercano, en especial a los problemas de conducta, hace que sea muy difícil asumir lo que está ocurriendo. El daño cerebral va a ocasionar desajustes importantes en todo el ámbito familiar puesto que todo el entorno social va desapareciendo ya que los familiares ya no tienen tiempo para sí mismos y se relacionan cada vez menos con su entorno social, por otro lado, el área laboral también se va perdiendo puesto que cambian las prioridades y el daño cerebral se convierte en el centro de la familia. La familia se vuelca en la nueva situación y se van perdiendo todos los reforzadores propios de cada individuo y de la familia y se entra en un círculo negativo de actuación evitativa de lo social y en pensamientos negativos, desembocando en muchas ocasiones en depresión, ansiedad, problemas de sueño, irritabilidad,.....etc. Es asunto de los equipos de rehabilitación el hacerse cargo de esta situación formando y dando apoyo a los familiares.

Las familias han de aprender qué es el daño cerebral y cómo manejarlo, pero por otro lado también deben aprender a manejar sus propias vidas, creando nuevas redes sociales que les van a servir de apoyo y soporte emocional y les van a ayudar a tener un estado emocional estable y una situación familiar, nueva, pero adecuada y sana. La sociedad y las instituciones no deben permanecer ajenas a estos problemas y facilitar los medios y recursos necesarios, ante este drama que afecta cada año a más de cien mil personas en España.

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12/07/2010