La dislexia es la causa más frecuente de fracaso escolar. En cada aula de la ciudad de Santa Fe hay cuatro chicos con esta dificultad, según revelaron datos preliminares de un estudio realizado por la Universidad Nacional del Litoral y la asociación Aprendamos, organización que trabaja para dar oportunidades a los niños y adolescentes con trastornos de aprendizaje.
La incidencia puede aplicarse también a Rosario, donde aún no se realizaron estudios epidemiológicos sobre esta problemática, destacaron desde la entidad. Los resultados obtenidos hasta el momento en Santa Fe (el estudio se inició en 2009 y continuará a lo largo de este año) coinciden con lo que sucede en otros lugares, como por ejemplo, en Uruguay.
Para dimensionar el problema, los expertos de la universidad diseñaron una muestra representativa de la comunidad escolar de la ciudad de Santa Fe. Se aplicaron test diagnósticos y pruebas pedagógicas estandarizadas a un total de 1.200 chicos de los terceros grados de 12 escuelas, según explicó la terapista ocupacional Carla Boggio, codirectora del proyecto. Además de cuantificar la situación, a través del proyecto se intentará capacitar a maestros para adecuar la oferta educativa, con el objetivo de que los chicos con este diagnóstico puedan alcanzar un mejor rendimiento en el aula.
"El objetivo es tener datos precisos para que se trabaje aún mejor. Podemos afirmar que el chico que presenta el trastorno no tiene por qué tener un fracaso escolar ya que tiene las capacidades para poder avanzar", expresó el médico psiquiatra Juan Carignano, director del proyecto de extensión de la UNL.
De qué se trata
La dislexia es una deficiencia de la lectura, la escritura y el aprendizaje. Está causada por una alteración de las zonas cerebrales que controlan el lenguaje. Afecta hasta a un 15 por ciento de los niños y se da sobre todo en varones. Se le atribuye una base genética y no está relacionada con la inteligencia.
Marcela Mendicino, psicopedagoga y representante de Aprendamos, dijo a La Capital que hay indicadores del problema que aparecen en forma temprana pero que ni los padres ni los maestros suelen detectar rápidamente. "Aunque la dislexia se puede diagnosticar en niños pequeños, de 3 o 4 años, el promedio de la detección se da en tercer grado de la escuela primaria", alertó.
En general, los chicos con dislexia ingresan tardíamente al lenguaje oral. Cuando comienzan el jardín de infantes les cuesta mencionar los colores, reconocer letras, tienen dificultad para armar rimas y hasta para reconocer la izquierda de la derecha. "Estos son algunos indicadores tempranos; no quiere decir que si manifiesta alguno o varios de estos síntomas es disléxico, pero sí merece atención y que lo atienda un profesional", remarcó Mendicino. El psicopedagogo es quien está capacitado para el diagnóstico preciso.
Si en la familia hay algún miembro con dislexia, también hace falta una consulta temprana, señaló la especialista, ya que hay estudios que indican que el problema tiene una base hereditaria: "Hay papás y mamás que cuando les damos el diagnóstico de su hijo se dan cuenta de que ellos fueron disléxicos; allí reconocen el por qué de sus fracasos escolares"
Signos prematuros
Al iniciar la escuela primaria, aparecen otras manifestaciones en estos alumnos: cambian una palabra por otra, no pueden copiar correctamente del pizarrón, no logran leer en los tiempos que lo hace la mayoría, no escriben sobre el renglón, no respetan los márgenes del cuaderno. Estas "trabas" tienen un impacto emocional importante en los chicos y en su entorno afectivo. "Cuando un niño o niña tiene este problema la relación con los padres comienza a deteriorarse, sobre todo si no hay diagnóstico; a la hora de hacer la tarea se multiplican las frustraciones; les va mal en las pruebas, tienen malas notas, y los papás se enojan porque creen que el chico es distraído, vago o que no le interesa aprender", comentó la psicopedagoga.
Por eso, agregó, cuando el diagnóstico se logra los padres sienten alivio. "Lo primero que les explicamos es que el chico o chica es inteligente, que puede conseguir los objetivos pero en otros tiempos y con otras pautas, no las de la mayoría", dijo Mendicino. No es que los alumnos con dislexia estén limitados, "el límite lo tiene en sistema en cómo les ofrece el aprendizaje", enfatizó.
Aunque la dislexia afecta a niños y jóvenes de todos los sectores socioeconómicos ya que es un problema neuropsicológico, las diferencias en el acceso al tratamiento marcan una mejor evolución sólo para algunos. "Si no tenés obra social o dinero para abordar el tratamiento psicopedagógico no hay demasiadas chances de evitar el fracaso escolar, la repitencia", reflexionó la especialista.
"Lo cierto es con pequeñas acciones se puede hacer mucho en el campo de la dislexia, por eso desde la asociación Aprendamos intentamos, no sólo contener a las familias y orientarlas, sino ofrecer capacitación a los docentes ya que en general, por desconocimiento, se manejan inadecuadamente", destacó.
"Pueden aprender"
Es muy importante remarcar que "son chicos que tienen condiciones de aprendizaje, por eso, la propuesta pasa por otorgarles herramientas a los maestros para que puedan detectar el trastorno de manera temprana y modificar la oferta educativa", agregó cBoggio. "Es un problema de origen neuropsicológico pero con intervenciones adecuadas y a su tiempo puede ir compensándose y mejorando. Si bien es crónico y el disléxico nunca va a leer del modo que su inteligencia en realidad se lo permite, puede encontrar herramientas para dejar fluir su potencial", remarcó Mendicino.
La psicopedagoga dijo que los chicos con dislexia pueden y deben completar la escolaridad y asistir a un terciario o a la universidad si lo desean. "Con el seguimiento adecuado no tiene por qué haber límites", enfatizó
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19/06/2010