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Entender la hiperactividad, un reto.

Thomas A. Edison, Mozart, Bill Gates, Dustin Hoffman y otros más, además de ser grandes personajes, tienen en común que presentan o presentaron en su época el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (Tdah). En general, se trata de personas con un sinfín de aspectos positivos: son creativos, ingeniosos, trabajadores, están llenos de energía... una serie de atributos que, con un tratamiento adecuado, pueden ser potenciados, ya que estas personas tienen una respuesta alta a estímulos positivos.

En el otro lado de la balanza, se trata de una limitación en el desarrollo de las funciones ejecutivas relacionadas con el centro de control y administración cerebral, por lo que también son muchos los efectos negativos que presenta quienes lo padecen.

Las características más habituales se relacionan con comportamientos derivados de síntomas de déficit de atención (dificultad para organizar tareas o para seguir las instrucciones que se les indica), hiperactividad (movimiento excesivo de manos y pies, correr en situaciones inapropiadas o hablar en exceso) e impulsividad (interrumpir a los demás en juegos y explicaciones, tener mal humor, destrozar sus cosas y las de otros).

Estos síntomas no tienen por qué presentarse en su totalidad, sino que dependen de las diferentes combinaciones existentes. En general, el rasgo común de quienes lo tienen es una dificultad o incapacidad para mantener la atención voluntaria frente a actividades tanto académicas como cotidianas, unida a una falta de control de impulsos.

En cualquier caso, es importante detectar el trastorno a tiempo y aplicar un tratamiento adecuado, ya que, de lo contrario, puede aumentar el riesgo de desarrollar otros trastornos asociados, como problemas de aprendizaje y dislexia, en las relaciones interpersonales o comportamientos desafiantes.

Este trastorno, de carácter crónico y que se cree que se transmite genéticamente, afecta a entre un 5% y 10% de la población infantil, llegando incluso a la edad adulta en un 60% de los casos. Aunque tanto en Cantabria como en el resto de comunidades es cada día más conocido, todavía prevalece la idea de que los jóvenes que son hiperactivos son niños movidos, y esto, en parte, no es así. «No todo niño movido es hiperactivo, hay muchos que no son movidos y son hiperactivos», explica Regina Cobo, presidenta de la Fundación Cantabria Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad (Cadah).

De hecho, el déficit de atención es la base de todos los que presentan este desorden, lo que ocurre es que en los que son sólo inatentos es más difícil de diagnosticar por el desconocimiento que hay. «A estos niños se les suele confundir con aquéllos que tienen una baja capacidad, que no llegan a las exigencias mínimas en clase, con el consecuente fracaso escolar y marginación», afirma Fátima Busto, psicopedagoga de la entidad.

Desde la experiencia de la Fundación Cadah, han observado que si en un colegio donde hay quinientos alumnos, tendría que haber diagnosticados veinticinco hiperactivos, sólo hay identificados cinco alumnos. Una tendencia que muestra las dificultades de detección que presenta este trastorno.

Tratamiento

Un diagnóstico correcto y precoz es imprescindible para una pronta intervención, evitando así trastornos añadidos y permitiendo abordar adecuadamente los diferentes problemas que puedan surgir a lo largo de su desarrollo.

En este sentido, el tratamiento del Tdah debe ser integral y cubrir tres áreas fundamentales: intervención psicológica basada en el refuerzo del autoestima, educación (que afecta a padres y docentes) y farmacología.

La medicación, en el caso de que sea necesaria, tiene una eficacia del 70-80%. Sin embargo, añade Estefanía Santurde, directora psicopedagógica de la Fundación, también es muy importante la intervención cognitivo-conductual con los niños. Asimismo, la psicóloga Raquel Bengochea hace hincapié en la importancia de actuar, además de con el niño, con los familiares, enseñándoles estrategias para poder manejar la conducta de su hijo; y con los profesores, formándoles sobre lo que es el trastorno y en la forma de trabajo con estos niños a nivel académico y social.

Retos

Hoy por hoy, a pesar de los avances que se ha dado en el conocimiento del Tdah, todavía la sociedad se muestra muy reacia a su existencia. En este sentido, la Fundación centra su trabajo en hacer frente a ciertas carencias como la escasa preparación del profesorado, la falta de implicación de los padres en el tratamiento y en el proceso de formación de sus hijos, y en la realización de más pruebas estandarizadas para evaluar al niño. En definitiva, se trata de lograr una prevención y una detección temprana que favorezca que el niño tenga una vida normal.

http://www.eldiariomontanes.es
22/04/2010

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