El fenómeno del acoso escolar o 'bullying' es uno de los problemas más comunes en las aulas de los colegios e institutos. Su incidencia queda en muchos casos oculta bajo la apariencia de problemas conductuales de la infancia o adolescencia, pero sus consecuencias pueden tener tintes dramáticos y de serio alcance si no se atajan a tiempo. La psicóloga Iriana Santos González expuso en Avilés el actual estado de la cuestión de esta modalidad de acoso, dentro del ciclo de conferencias 'Avilés, ciudad saludable'.
-¿Podemos hablar de un tema preocupante al referirnos al acoso escolar?
-En principio no debemos alarmarnos, puesto que este fenómeno siempre ha existido. Pero sí debemos de estar alerta ante su presencia y no actuar precipitadamente si nos encontramos ante un caso de estas características.
-¿Qué cifras alcanza el acoso en los centros educativos de Asturias en este momento?
-No puedo dar una cifra concreta. En una ocasión, desde la Facultad de Psicología, intentamos efectuar un baremo del fenómeno, pero nos tropezamos con muchas dificultades para hablar con todos los implicados en el muestreo. De todas formas, los estudios del Defensor del Pueblo realizados en 2007 indican que uno de cada seis escolares de entre 9 y 14 años sufren acoso en algún momento.
-¿Existe alguna diferencia entre los términos 'acoso escolar' y 'bullying'?
-Es lo mismo. 'Bullying' es el término empleado desde 1970, momento en el que se realizó en Noruega el primer estudio al respecto. Conviene no confundirlo con la violencia escolar.
-¿Cuál sería el matiz distintivo?
-La violencia escolar se refiere a actos como los destrozos de material, y llega a aplicarse a las agresiones a maestros y personal no docente. El acoso escolar se caracteriza por darse de igual a igual, entre compañeros de aula o de centro.
Causas y consecuencias
-¿Dónde está el origen de este fenómeno?
-Nace de los distintos roles que se dan en las aulas. En principio, el acoso se ejerce sobre el que es diferente, lo que comprende causas tan variadas como ser más estudioso, llevar gafas, ser tímido o tener el pelo de tono cobrizo, por poner varios ejemplos.
-¿Bajo qué formas se presenta?
-Aunque es un hecho que puede ser gradual o estallar de repente, lo más habitual es el insulto, reírse de la víctima, agredirla físicamente o hablar mal de ella. La literatura sobre el tema indica acosos sutiles o muy explícitos.
-¿Cuál sería la señal de alarma que delata un caso de acoso?
-Debemos prestar atención a los cambios de conducta de los niños. Cuando las costumbres varían, debemos plantearnos si se debe a cuestiones propias de la edad (la infancia y la adolescencia están llenas de cambios) o si actúa bajo temor o amenazas.
-¿Cómo se concreta esto último?
-Por ejemplo, que el niño o chico no quiera salir de casa o intente no ir al colegio alegando no encontrarse bien, dejar de lado ciertas actividades, cambiar los horarios, llegar a casa corriendo de modo continuado... Si el cambio es brusco, los padres deben investigar a qué se debe esta modificación de la conducta.
-Ha hablado de los roles en el aula como papel determinante en esta cuestión.
-Sí, y tienen mucha importancia. El agresor fomenta su tono dominante y las víctimas se reafirman en papeles de timidez o inferioridad. Por otra parte, está el del alumno espectador, que puede tener consecuencias poco deseables de cara al futuro.
-¿Qué consecuencias?
-Por un lado, el alumno que ejerce el acoso puede distorsionar su modo de interactuar, llegando a usar la violencia como procedimiento habitual para conseguir sus metas. La víctima, como es sabido, llega a sufrir mucho, dándose casos de estrés postraumático o incluso suicidio. Los que contemplan el acoso con pasividad pueden asimilar el hecho como algo normal, lo que de nuevo nos lleva a que se asuma la violencia como solución 'normal' a los conflictos.
La clave: educación
-¿En qué tipo de centros escolares abunda más el acoso?
-Los estudios del Defensor del Pueblo que he mencionado, realizados en 300 centros públicos, concertados y privados, indican que no hay diferencias sustanciales a ese respecto.
-¿A partir de qué edades se manifiesta el 'bullying'?
-Desde que los niños empiezan a ir al colegio. Hablar de acoso en la guardería sería un poco precipitado, pero los estudios indican que en el colegio ya se dan casos con todos los elementos que los caracterizan. A partir de los siete u ocho años ya entramos en la fase de acoso, que se prolonga hasta la adolescencia con los baremos antes citados.
-¿Podemos hablar de la antesala a futuros casos de maltratadores?
-En caso de que se perpetúe el ciclo de violencia en el acosador, puede llegar a que asimile la agresión como herramienta de interactuar sobre los demás. Y sí, en muchos casos los acosadores acaban teniendo relación de maltrato con su pareja, sus compañeros de trabajo o sus vecinos.
-Pensemos en soluciones. ¿Rebajar la edad penal sería una de ellas?
-Rotundamente no. No es un problema que se ataje por la Justicia, sino que debe solucionarse por la educación.
-¿Y qué métodos educativos son los más apropiados para acabar con esta problemática?
-Como en todo, la clave está en actuar desde el principio, para prevenir estas actitudes. Dar una educación familiar basada en principios democráticos y que fomenten que el niño participe de modo activo en la vida familiar. Reafirmarse en valores de autoestima y de la propia identidad. La colaboración en la comunidad escolar es esencial, deben implicarse todos en actuar de modo cohesivo.
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29/12/2009