Unos 1.500 malagueños sufren cada año un ictus cerebral, de los que en torno al 10% (150) pierden la vida por ese padecimiento y la mitad sufren secuelas diversas que les afectan en su vida diaria -en un 20% de los casos son graves-. La rapidez en la detección del infarto cerebral es fundamental para salvar la vida del paciente y para que las lesiones posteriores sean más leves. Ayer se celebró el Día Nacional del Ictus, que es la primera causa de fallecimiento en las mujeres y la tercera en los hombres.
El jefe del servicio de neurología de Carlos Haya, Óscar Fernández, dijo a este periódico que en la unidad de ictus atienden anualmente a unos 500 enfermos. El resto de casos hasta llegar a los 1.500 que anuales son tratados en el resto de hospitales malagueños. «La creación de las unidades de ictus ha supuesto la reducción de las muertes y de la gravedad de las secuelas. Cuanto antes se atienda a los pacientes, el pronóstico es mejor», señaló el doctor Fernández. En ese sentido, aconsejó que cuando una personas note la aparición de problemas en el habla, dificultades al moverse, déficit visual o pérdida de sensibilidad, llame al 061 o acuda en seguida a un centro sanitario, porque está demostrado que ser atendido en un hospital antes de las tres horas de haber sufrido el ictus es disminuye los fallecimientos. «Lo que nunca hay que hacer acostarse y pensar que esos síntomas desaparecerán solos, porque puede costar la vida», afirmó el doctor Fernández.
Nada más llegar el paciente a Carlos Haya, añadió el jefe del servicio de neurología, se aplica un tratamiento llamado trombolisis, cuya finalidad es destruir el trombo que impide el riego normal de la sangre y que ha provocado el infarto cerebral. Seguidamente, el enfermo es ingresado en la unidad de ictus durante tres días, donde se le hace un seguimiento continuado hora a hora y se le dan cuidados especializados. Esta asistencia logra rebajar un 6% las cifras de mortalidad y favorecen que queden menos secuelas.
Casos que se repiten
Uno de los problemas del ictus es que en el 20% de los casos se repite al cabo de un año, lo que agrava la situación de la persona que lo sufre y la deja en una situación de mayor dependencia e incapacidad, además de acentuar el riesgo de muerte. Las principales secuelas son afasia (pérdida o trastorno de la capacidad del habla debida a una lesión en las áreas del lenguaje de la corteza cerebral), hemiplejía, dificultad para moverse y pérdida de sensibilidad.
La aparición de un infarto cerebral está relacionada con tener la tensión alta (hipertensión), la hipercolesterolemia (colesterol elevado), la diabetes, tomar anticonceptivos orales y el consumo de tabaco y alcohol. A medida que se va envejeciendo, hay un mayor riesgo de padecer un ictus. No obstante, está habido casos de personas de 30 a 40 años que sufren esa dolencia a causa del consumo de tabaco, alcohol y drogas, dijo Óscar Fernández. El neurólogo preciso que muchos de los casos de ictus en gente joven se debe al efecto pernicioso de la cocaína para el organismo.
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26/12/2009