Cuando se lanzó la versión del kindle con la posibilidad de que una voz sintética leyera lo que aparecía en pantalla, se nos abrió a las personas ciegas un mundo de posibilidades insospechado. Por fin podía estar a nuestro alcance el sueño de acceder a todos los libros, al mismo tiempo y al mismo precio que el resto de los ciudadanos. Faltaban algunos detalles como la accesibilidad de todo el proceso, pero eso era una simple cuestión de tiempo.
Lo que no pudimos imaginar es que los autores (o al menos un número significativo de ellos suficientes como para presionar a la compañía) impidieran que la funcionalidad del text to speech se activara de forma automática en todos los libros.
El libro electrónico es un derecho para todos y una oportunidad. Esperemos que las comisiones que se han puesto en marcha en el Ministerio de Cultura, las marcas y la sociedad civil hagan de este sistema de lectura un referente de la accesibilidad y no una barrera injusta y absurda.
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14/12/2009