La Fundación Adriana Fernández-Neurocrea está de estreno. Esta entidad sin ánimo de lucro que trata a personas con daño cerebral adquirido acaba de abrir en Somió su segundo centro de rehabilitación integral, que se suma al que ya tiene en La Calzada. El aumento de pacientes con esta afección y la necesidad de un recinto con más espacio han hecho que la fundación que dirige María del Mar Rodríguez y preside Aurelio Cuesta decida mudarse en parte a Somió para atender «con un abanico de servicios más amplio» al centenar de personas que hacen su rehabilitación en esta entidad.
El nuevo centro cuenta con una unidad de internamiento terapéutico, que se utiliza como un espacio temporal hasta lograr un grado de normalidad en los pacientes; el centro de día, en el que se realiza la rehabilitación; un centro ambulatorio, y una unidad de respiro, destinada a estancias cortas para los cuidadores que están sometidos a un gran estrés. «Lo que intentamos es abarcar de forma holística todo el ámbito del daño cerebral adquirido», apunta el presidente de la fundación.
La peculiaridad del daño cerebral adquirido es que cada afección es diferente. No en vano, cada cerebro es un mundo. «El cerebro es nuestro motor, y en el momento en que tenemos un daño nos puede afectar a una parte o a todo. Además, cada cerebro es diferente, por lo que una misma lesión puede producir distintos resultados en función de la persona y de otros factores», explica Rodríguez.
Por ello es imprescindible una terapia que cumpla cuatro características fundamentales, como detalla Aurelio Cuesta: «Tiene que ser precoz, intensiva, individualizada y multidisciplinar. No valen los programas genéricos sino que hay que diseñar un plan de rehabilitación individualizado con objetivos a corto y medio plazo». Y la directora de la Fundación Adriana Fernández-Neurocrea añade: «Lo que intentamos es normalizar lo más posible a la persona, acercarla al umbral donde estaba antes de la lesión».
«Cambios dramáticos»
Pero el daño cerebral adquirido no se limita sólo a los pacientes sino que también afecta -aunque en otro sentido- a familiares. «Los cambios que se producen a nivel personal, familiar y social son dramáticos», comenta Cuesta, quien señala que «los roles de cada miembro de la familia cambian de forma drástica y socialmente sigue existiendo cierta tendencia a ocultar este tipo de afección. Hay una implicación terrible desde muchos puntos de vista», reitera el presidente de la entidad.
Más contundente se muestra María del Mar Rodríguez: «En realidad supone una muerte, porque te sigue quedando la armadura pero te falta el interior», expresa. No en vano, las personas con daño cerebral adquirido mantienen un estado físico óptimo, «aunque no te responden de la misma manera», lo que causa un «sentimiento de impotencia» entre los allegados.
Con este nuevo centro, la Fundación Adriana Fernández-Neurocrea también atenderá patologías con carácter degenerativo, como alzheimer o párkinson. Porque como ellos mismos aseguran, «la salud y el cuidado de pacientes no entienden de crisis».
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11/06/2009