Son niños que no paran quietos, se vuelven impulsivos, gritan, tienen pataletas, descuidos y caídas... La raíz de este tipo de comportamiento está en muchos casos en que duermen poco y mal.
Esta es la conclusión alcanzada en "el primer trabajo que asocia de forma objetiva la falta de descanso y el mayor riesgo de padecer problemas de comportamiento propios del Síndrome de Hiperactividad y Déficit de Atención (TDAH) en niños sanos", comenta a elmundo.es Julia Paavonen, de la Universidad de Helsinki y autora principal del estudio que acaba de publicar la revista 'Pediatrics'.
Con 280 preescolares de siete y ochos años y sus padres como participantes, los investigadores han podido constatar que los pequeños con déficit de horas de sueño o que tienen problemas relacionados con el mismo poseen más riesgo de puntuar más alto en los test que determinan la existencia del TDAH. Sufren también una mayor incidencia de problemas de atención e impulsividad en comparación con los pequeños que descansan lo que deben.
"En las últimas décadas, el tiempo de horas de sueño se ha recortado en todos los países occidentales. De hecho, se estima que en EEUU un tercio de los menores posee un sueño inadecuado. El 'mal descanso' puede adoptar muchas formas, como levantarse por las noches con frecuencia, ir a la cama tarde, las grandes diferencias en el horario de levantarse y acostarse que se hace entre semana y el de los fines de semana", documenta Paavonen.
Pese a que cada niño 'es un mundo', lo normal es que a los siete años duerman una media de nueve a diez horas. Cuando no es así, suelen tener problemas para despertarse o despejarse, somnolencia diurna, dolor de cabeza, nerviosismo e irritabilidad.
En la investigación, los científicos emplearon la técnica llamada actigrafía durante de una media de cinco a 14 días. Consiste en el registro de movimientos de la mano [se ajusta a la muñeca] del paciente durante las horas de sueño, lo que permite detectar no solo los patrones de sueño-vigilia, sino, también, las apneas nocturnas, el insomnio, entre otros problemas.
A esta prueba añadieron dos cuestionarios (uno sobre sueño y otro sobre hiperactividad) que fueron contestados por los padres. Los datos muestran claramente que los pequeños cuyo sueño controlado objetivamente fue menor de siete horas puntuaban muy alto en el cuestionario que mide la hiperactividad y la impulsividad. Para los autores del estudio, un dato destacable es que los comentarios de los padres sobre las horas de descanso de sus hijos no coincidían con los resultados obtenidos con la actigrafía.
"Los informes de los progenitores pueden estar alterados porque simplemente no sean conscientes del tiempo real que duermen sus hijos", aclaran los autores.
Para la investigadora principal es importante que "los padres mantengan unas rutinas adecuadas en relación con el sueño de sus vástagos, como asegurarse que van siempre a la cama a la misma hora, controlar el tiempo que están expuestos a la televisión o a internet por las tardes. Deben también enseñarles la importancia del descanso adecuado".
De la misma relevancia es que se "sepan reconocer los síntomas de un sueño inadecuado y los problemas específicos relacionados con el mismo (insomnio, dificultades para conciliar el descanso, entre otros) con el fin de consultar con un especialista si fuera necesario", apostilla la científica de Helsinki.
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28/05/2009