La enfermedad de Alzheimer constituye el tipo de demencia más frecuente, en especial en ancianos, aunque en sus primeras fases puede aparecer en adultos de hasta 40 años de edad. En Ecuador no existen estudios claros que revelen un porcentaje de incidencia dentro de la población.
Horacio Rodríguez, médico geriatra especializado en el tratamiento de esta enfermedad, explica que “la enfermedad de Alzheimer es una demencia de tipo degenerativa, donde las células del cerebro se ven afectadas, debido a lo cual aparece una serie de trastornos tanto a nivel orgánico como a nivel funcional”.
La característica principal del Alzheimer es la pérdida acelerada de neuronas, debido a la formación de placas seniles que son depósitos de proteína que actúan como centros de degeneración neuronal.
Existen dos tipos de Alzheimer, el de comienzo temprano, que aparece en personas entre los 40 y 60 años, y el de aparición tardía, que afecta a las personas de más de 65 años.
Aunque existen instituciones de lucha contra el mal, que cumplen labores de asistencia y atención a pacientes afectados, explica Marta Rodríguez, vocera de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en el país no se manejan datos sobre la enfermedad, aunque se estima que a nivel mundial existen al menos 25 millones de personas afectadas con esta dolencia.
El geriatra opina que esto se debe a que la enfermedad es subdiagnosticada, ya que en la mayoría de los casos el paciente ni su familia son capaces de reconocer que padece esta patología, porque se piensa que los olvidos y los cambios de comportamiento se deben al envejecimiento normal.
“Por eso, muchas de las personas con Alzheimer no inician o siguen un tratamiento adecuado”, dice Rodríguez, aunque considera que, de existir los datos, no diferirían mucho de los que se manejan a nivel mundial. Según estos, menos del uno por ciento de la población menor de 60 años sufre del mal, mientras que las personas mayores de 65 años lo padecen en un porcentaje que oscila entre el 15 y 20 por ciento, cifras que se incrementan hasta cerca del 50 por ciento en ancianos cuyas edades se acercan a los noventa años.
Aunque es común relacionar a la enfermedad de Alzheimer con la pérdida de la memoria inmediata, lo cierto es que la degeneración de las células neuronales produce cambios drásticos en el comportamiento de las personas, como desorientación, pérdida de interés, depresión, incontinencia, falta de movilidad, trastornos en el lenguaje y trastornos en la conducta, agresividad e irritabilidad, entre otros.
Horacio Rodríguez cuenta que estas características del comportamiento del enfermo son causa de problemas familiares. “El paciente empieza a presentar cuadros de paranoia; como no se acuerda de las cosas cree que la gente le está robando, y empiezan a tener conflictos en la casa”, acota Rodríguez.
Sin embargo, aclara que lo más peligroso para una persona afectada con la enfermedad de Alzheimer es que en la etapa más avanzada de la enfermedad el paciente sufre de disfagia, que es la incapacidad para tragar de manera correcta, lo cual es una causa muy común de muerte, ya que los alimentos suelen ser aspirados por la tráquea y bloquea las vías respiratorias.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), cada año a nivel mundial se gastan millones de dólares en investigaciones para determinar las causas del Alzheimer, pero hasta el momento, éstas no se han llegado a definir; y la enfermedad supone altos costos para los sistemas sanitarios.
El informe emitido por el Grupo de Estudios del Alzheimer, de Estados Unidos, proyecta que el costo para el Medicare y el Medicaid vinculado al Alzheimer alcanzará más de $1 billón por año para el 2050. Desde el año pasado existe en el país un nuevo tratamiento que se administra a través de la piel por medio de un parche.
Sin embargo, Rodríguez aclara que hay sectores más vulnerables a desarrollar con rapidez esta enfermedad, en especial aquellas personas que padecen el síndrome de Down.
Para el especialista es importante que la población tenga conocimiento de la enfermedad para que sea tratada a tiempo, aunque los tratamientos no curan la enfermedad solo la controlan.
“A través de las medicinas que se administran se controla la agresividad del paciente, se evita que sufra de ciertos trastornos y se puede mejorar su calidad de vida, pero no se va a frenar de manera definitiva el desarrollo del Alzheimer”, afirma Rodríguez.
Javier López Narváez
xlopez@telegrafo.com.ec
Reportero
http://www.eltelegrafo.com.ec
11/05/2009