Es inmaduro, vago y no quiere aprender". Es una frase que les han dicho decenas de veces en el colegio a los padres de niños con trastornos del desarrollo. "Con nueve años, mi hijo un día se sabía la tabla de multiplicar y otro no", dice Sara Gómez madre de un niño con dislexia y presidenta de la Asociación para la Dislexia de Asturias. Ella se la enseñó, "con plastelina, porque ellos no entienden conceptos abstractos". "A mi hija con 10 años le detectaron Asperger y llevaba en el cole desde los tres", lamenta María José Díaz, madre y presidenta de la asociación de Asperger del Principado. La tardanza en el diagnóstico "depende de la virulencia del síntoma y de si es molesto en el aula», dice.
Son las familias o los médicos quienes deben observar que algo falla, pero si los centros no advierten del problema puede que no se llegue a diagnosticar. Y en los colegios, "depende del profesor2, se observa antes o después, dicen los padres. En Primaria, cuando los pequeños con problemas tienen "entre 6 y 8 años", salta la alarma, confirma José Ángel Piquero secretario de Educación de CC OO.
Padres, asociaciones y sindicatos denuncian que en la región hay demoras de hasta dos años para evaluar a escolares con dificultades.
En el Principado, según datos de CC OO hay un orientador en cada centro de Secundaria (77) y 90 en los de Primaria (210). "Está garantizada la presencia periódica en todos los centros", apunta Luis Fernández León, de CC OO. Pero "la orientadora de mi hija está saturada", dice una madre. "Haría falta un aumento", advierten desde el sindicato. "Los orientadores abarcan zonas muy grandes y los trastornos son difíciles de detectar", lamenta Daniel Rodríguez de FETE-UGT.
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6/05/2009