Los pacientes que se han quedado parcialmente ciegos como resultado de un ictus pueden ganar visión mediante ejercicios visuales realizados en la pantalla de un ordenador a diario, según un estudio de la Universidad de Rochester que se publica en la revista 'Journal of Neuroscience'.
Según explica Krystel Huxlin, directora del estudio, "nos sorprendimos mucho cuando vimos los resultados de nuestros primeros pacientes. Este es un tipo de daño cerebral del que médicos y científicos pensaban que no existía recuperación. Es devastador y los médicos suelen enviar a casa a los pacientes para afrontarlo lo mejor que pueden".
Huxlin estudió a siete personas que habían sufrido un ictus que dañó un área del cerebro conocida como la corteza visual primaria o V1, que sirve como puerta de entrada al resto del cerebro para la información visual que procede de los ojos. El área V1 pasa información visual a docenas de otras áreas cerebrales que procesan la información.
Los pacientes con daños de la corteza visual primaria tienen deterioros graves de la visión y no pueden leer, conducir o realizar tareas cotidianas como comprar en el supermercado. Según la parte del cerebro afectada, la mayoría de pacientes perder entre una cuarta parte y la mitad de su campo visual. Todo lo que está a la izquierda o derecha de su campo visual, según el lado del cerebro afectado, podría ser gris u oscuro por ejemplo.
El equipo de Huxlin comenzó el estudio con siete personas, cuatro mujeres y tres hombres de entre 30 y 80 años que habían tenido un ictus entre ocho y 40 meses antes de comenzar el experimento. Todos habían sufrido daños graves en la corteza visual primaria.
Los participantes tenían que fijar su mirada en un pequeño cuadrado negro en mitad de una pantalla de ordenador. Los investigadores utilizaron un dispositivo de seguimiento de la mirada para comprobar que los pacientes mantenían su vista puesta sobre el cuadrado. Cada pocos segundos, un grupo de unos 100 pequeños puntos aparecía dentro de un círculo en algún lugar de la pantalla del campo visual que no podían ver los pacientes por su lesión.
Los puntos se movían con rapidez, parecían hacerlo como grupo hacia la izquierda o la derecha, luego desaparecían después de un segundo y medio. Entonces el paciente tenía que elegir si los puntos se movían hacia la izquierda o la derecha. Una campanilla indica si el paciente había acertado, proporcionando una información de retorno con la que el cerebro sabía si había realizado la elección correcta y aprendía de estas decisiones.
Según los investigadores, aunque el paciente no se de cuenta de si está viendo algo o no, el cerebro es capaz de procesar la información. Cuando se forzaba a los pacientes a realizar una elección se comenzaba con una tasa de éxito de un 50 por ciento.
Con el paso de los días, semanas o meses, el porcentaje de éxito en la elección ascendía a entre un 80 o 90 por ciento a medida que el cerebro aprendía a ver una nueva área y la información visual pasaba de la ceguera a la consciencia. Los pacientes finalmente advertían los puntos en movimiento. Cuando los pacientes mejoraban, los investigadores movían los puntos más allá de su área de ceguera para desafiar al cerebro y obligarle a ver una nueva área.
Los pacientes del estudio realizaban unas 300 pruebas por sesión, lo que se trasladaba a estar frente al ordenador entre 15 y 30 minutos una o dos veces al día, cada día, durante entre nueve y 18 meses.
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27/04/2009