Dislexia, es el término que se utiliza para identificar una enfermedad que tiene que ver con problemas de aprendizaje o trastornos en las habilidades cognitivas y comunicativas, sobre todo en las áreas del lenguaje, la lectura, la escritura y las matemáticas.
Las dificultades del aprendizaje, por lo general, cualquiera que estas sean, interfieren con la capacidad del niño para procesar información y entre ellos se encuentran: el retraso mental, la hiperactividad, el autismo, tumores cerebrales, depresión, síndrome de alcoholismo fetal, lesiones en la cabeza, pérdidas auditivas, exposición al plomo, hidrocefalia, esquizofrenia y casos incontrolables y graves de epilepsia.
La dislexia, es sin embargo un problema que presentan niños y niñas cuyo coeficiente intelectual es normal y aparentemente no presentan otro tipo de problemas físicos o mentales que puedan explicar su dificultad para aprender a leer y a comunicarse verbalmente con los demás.
Este problema afecta entre un 10% o 15% de la población tanto escolar como adulta y con una mayor incidencia en hombres que en mujeres. Se calcula que más o menos puede haber un niño con dislexia en un grupo de 25 alumnos. Algunos casos suelen ser pasajeros y otros muy complicados.
Un problema adicional severo es que dado que la enseñanza de los primeros años escolares está enfocada a desarrollar habilidades de lectura, escritura, lenguaje y matemáticas, estos niños son por lo general catalogados como flojos o retrasados mentales por falta de un diagnóstico adecuado y oportuno, debido a que su nivel está por debajo de lo esperado en función de su edad e inteligencia.
La dislexia también afecta a corto plazo la memoria y la percepción de orden y secuencia.
Entre las formas menos graves de manifestación, están: el cecear o tartamudear, no poder armar rompecabezas, anudarse los cordones de los zapatos y realizar otras coordinaciones finas. Entre las más graves está la incapacidad para interpretar determinados sonidos o palabras o presentar problemas musculares o físicos u otros trastornos que afectan la coordinación y otras habilidades motoras en ausencia de problemas neurológicos, musculares o físicos.
Los niños y niñas que padecen dislexia, por lo general, tienen una coordinación deficiente desde pequeños y los problemas de lenguaje son obvios desde temprana edad. Generalmente se tardan en aprender a caminar y hablar. Pero los trastornos que afectan las habilidades escolares se manifiestan generalmente cuando el niño ya asiste a la escuela.
La dislexia va unida en ocasiones a otro tipo de problemas de aprendizaje como la disgrafía, que es la dificultad en el trazado correcto de las letras, en el paralelismo de las líneas, en el tamaño de las letras, en la presión de la escritura y de la disortografía, que es la dificultad para el uso correcto de las reglas ortográficas desde las más básicas hasta las más precisas.
También se asocia a dificultades de pronunciación, sobre todo de palabras nuevas, largas o que contengan combinaciones de letras del tipo de las que le producen dificultades en la lectura.
Otro aspecto relacionado es la discalculia, relacionada con el aprendizaje de las matemáticas.
Entre los factores considerados como predisponentes, están:
La herencia, cuando ha existido en la familia algún pariente con dislexia.
El bajo peso al nacer, provocado por mala alimentación de la madre, tabaquismo, alcoholismo, drogradicción o abuso de fármacos durante el embarazo.
La falta de estimulación temprana por parte de los padres y otras personas que atienden al bebé, su descuido y abandono.
Algunos investigadores afirman que también se puede deber al desarrollo excesivo o insuficiente de alguno de los lados o hemisferios cerebrales.
Importante: El contenido de esta nota es informativo y no suple el diagnóstico psico-pedagógico y médico especializado, por lo que no nos hacemos responsables sobre su uso.
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22/03/2009