--¿Ven últimamente algún tipo nuevo de déficit o trastorno?

-Tenemos pacientes con déficits de estimulación, porque hay familias que no saben cómo hacerlo correctamente. Nunca es porque no se quiera, sino porque no se han parado a pensar qué deben hacer. Pero cada vez son más los que llegan con problemas de sobreestimulación, que acaba provocando más alteraciones que la baja estimulación. El exceso de estimulación produce dispersión en los pequeños: se ven con tantos frentes a los que atender que se bloquean y acaban no sabiendo para dónde mirar. Esto está generando muchas conductas negativas, de las que se quejan los padres, porque hablamos de críos que actúan con gran impulsividad, que no paran. En general, son niños que lo tienen todo y a los que no se ponen pautas o límites concretos. Aquí vienen algunas madres que te dicen, literalmente, que no pueden con su hijo de dos años. Y yo les contesto: «si no puedes con él ahora, ¿qué harás cuando tenga 16?» A veces no consiste en llenarles de objetos y juguetes, sino de darles un poco de tiempo, de atención, de dedicación.

-Supongo que, en un servicio como éste, el papel de las familias será importante...

-Fundamental. De hecho, tras la evaluación inicial del niño, lo más importante es volcarse con ellas. Cada familia es un mundo. Unas tienen necesidades psicológicas, otras materiales... nuestra labor es poner las bases para que les resulte fácil venir. De ahí un horario como el que tenemos, de ahí que haya cuatro puntos de atención (Laredo, Reinosa, Torrelavega y Santander)... Una vez que se lo pones fácil, todos responden. A muchos padres les cuesta aceptar que su hijo tiene un problema importante e, incluso, llegan a rechazarnos. Aunque les hacemos ver que sin la participación familiar, el programa no sirve de nada. Sin el entorno no se pone a favor de las necesidades del menor, no se avanza. A todo lo que se trabaja aquí es preciso darle continuidad.

-¿Cuál es el planteamiento de futuro de la Atención Temprana?

-El futuro pasa por insistir algo más en la detección. Ésta tiene que ser precoz y rápida. Ahora, por ejemplo, se nos escapan patologías no excesivamente conocidas. En otros casos, el paciente llega más tarde de lo que hubiera convenido. Para nosotros es muy importante que el problema se descubra cuanto antes. De hecho, somos un servicio sin lista de espera: no tendría sentido hacer todo el esfuerzo que hacemos si después tienen que esperar. El tiempo es vital de cara a obtener buenos resultados. Aquí, seis meses cuentan mucho. Cuanto antes se intervenga, más efectivos seremos. De hecho, en 2008 ya hemos logrado que un 26% de los bebés incorporados tengan menos de seis meses. En parte son grandes prematuros, con indicadores de riesgo desde el nacimiento.

http://www.eldiariomontanes.es
7/02/2009