Hay muchas enfermedades, sobre todo, en los niños, que no son detectadas, como puede ser la dislexia. En Jaén existe la asociación “Dislexiajaén”, que trata de acercar información a todas las personas que así lo expresen, y además, emitir una serie de indicadores de riesgo que pueden poner en alerta a la familia durante la etapa infantil y que abarcan tanto aprendizajes como integración de hitos de desarrollo. Son dificultades de asociación entre el sonido y la letra, al escribir su nombre, en la expresión verbal o en aprendizajes básicos como los colores y las formas.
Los niños disléxicos confunden los términos temporales y dicen ‘vamos a cenar’ cuando es hora de comer. También pueden presentar torpeza a la hora de abotonarse o vestirse, y tienden a despistarse. No todos tienen las mismas áreas afectadas, pero, si coinciden varias, es importante estar alerta y pedir su valoración al maestro”, explica Helena Alvarado, especialista en diagnóstico de dislexia y directora del Centro de Desarrollo Infantil Creix (www.creix.com).
Si bien un niño disléxico lo es siempre, alrededor de los 3 años es un momento clave para observar los aprendizajes asociados a la lectoescritura y poder percatarnos posteriormente de las dificultades directas que pueda tener. “Actualmente estamos diagnosticando a gran cantidad de adultos que no fueron detectados en su momento, unos con fracaso escolar y otros con éxito, lo que quiere decir que muchos consiguen llegar a las mismas metas escolares y profesionales que los demás gracias a sus capacidades intelectuales y a un entorno que favorece su adaptación, pero ello no significa que no sufran y que no tengan que hacer un sobreesfuerzo para alcanzar estas metas”, comenta la especialista.
Según su experiencia como psicóloga infanto-juvenil y logopeda, Helena Alonso recomienda trabajar en casa las letras y los sonidos, así como los juegos de rimas, imágenes que apoyen la expresión oral y escrita, y la utilización de material manipulable como plastilina para modelar letras, caracteres magnéticos en el frigorífico o jugar a adivinar letras dibujadas en la espalda.
“Lo importante es que al niño disléxico la información le llegue por diferentes rutas –visual, auditiva, táctil– y no sólo escrita”. Conviene también saber que la dislexia a veces va acompañada de otros trastornos. Los más comunes son los de déficit de atención –1 de cada 3 disléxicos–, de motricidad, equilibrio y coordinación, y de cálculo, así como otros de tipo emocional derivados de la frustración que genera tener dificultades de aprendizaje. Ante un diagnóstico de dislexia, los padres deben ponerse en contacto con el equipo de orientación para delimitar las ayudas metodológicas que precisa el niño y, si decidieran apoyarle con un terapeuta externo, éste debería coordinarse con el centro.
También es recomendable contactar con una asociación de dislexia para informarse de las necesidades que van a tener.
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14/01/2009